Tres días de trabajo, cuatro días de talento

Escribía en mi columna del pasado 27 de junio en Crónica sobre el problema creciente del desempleo estructural en todo el mundo por la transformación del concepto de trabajo y sobre el reto que tiene México de adaptarse a este cambio, al mismo tiempo que tiene que luchar contra la pobreza, la informalidad y el subempleo.
La semana pasada Carlos Slim hizo una reflexión sobre este tema que ha tenido gran resonancia. Resumiendo sus palabras, lo que dijo fue que se aproxima un cambio radical en la forma de trabajo y que debería reducirse la semana laboral a 3 días, de 11 horas cada uno, para combatir el desempleo y la pobreza, y aumentar el tiempo de formación, creatividad y esparcimiento.
Muchos han interpretado esta reflexión como una política temporal parecida al “Kurzarbeit” de Alemania en 2009 en plena crisis económica, en la que se salvaron cientos de miles de empleos con un programa en el que el gobierno acordaba con las empresas que se redujera el tiempo de trabajo y el salario de los empleados, y el gobierno completaba el resto del salario, a cambio de que los empleados dedicaran el tiempo extra a formación.
Pero la reflexión de Slim tiene mucha más profundidad. La importancia no está en la parte de trabajar sólo tres días porque el tejido empresarial no puede absorber más empleos fijos en nómina, sino en la parte de los otros cuatro días y qué debemos hacer con ellos para poder generar el conocimiento, la creatividad y los ingresos que faltan para hacer sostenible la forma de vida a la que aspiramos.
El mes pasado se reunieron varios líderes empresariales y expertos en un evento en San Francisco llamado Next New World, convocado por Thomas Friedman y el New York Times, en el que buscaba responder a las preguntas:
¿Qué es un trabajo en la actualidad? y ¿quién está siendo contratado?
Entre otras cosas, los expertos reflexionaron sobre tres grandes temas: educación, carrera y retiro.
En el tema de la educación, la conclusión es que tiene que dejar de ser un periodo que se limite al inicio de nuestra vida y debe convertirse en un aprendizaje para toda la vida.
Además, ya desde el periodo universitario o incluso antes debería haber mucho más inmersión en el mundo productivo, como hace la Team Academy de Finlandia, cuya licenciatura tiene el objetivo de formar emprendedores que generen los empleos del futuro.
En el tema de la carrera, como cada vez será más complicado tener un puesto fijo en nómina en una empresa en la que se dure mucho tiempo, la dinámica laboral nos va a empujar a tener múltiples vías de ingreso apoyados en herramientas de internet que nos permiten conectar con más gente y agilizar transacciones económicas y de conocimiento. Para las empresas, resultará más rentable contratar a alguien especializado temporalmente para cumplir un objetivo concreto que tenerlo permanentemente en nómina calentando la silla, aun cuando no hay objetivos inminentes qué cumplir.
En el tema del retiro, como estamos en un mundo con creciente longevidad (se espera que la expectativa de vida sea de 90 años para 2050), no hay sistema social que soporte pensiones para todos a partir de los 65 años.
Tendremos que asumir que todos deberemos ser productivos de una u otra manera durante toda la vida.
Por eso la idea de Slim no es tan descabellada. ¿Por qué no facilitar que la gente trabaje tres días más productivos en una oficina y dedique los otros cuatro a cultivar su talento y ponerlo en valor en la sociedad a través del emprendimiento y el trabajo temporal especializado?