Triquis, más que un equipo de basquetbol

Con  los pies descalzos conquistaron las duelas. Armados apenas con un puñado de sueños y bajo las órdenes de un grupo de aventurados entrenadores, un conjunto de niños oaxaqueños inició  hace cuatro años una aventura llamada Academia de Basquetbol Indígena de México (ABIM), un proyecto deportivo-escolar del cual emergió el equipo de los niños triqui.

Hoy, a casi un año del  “boom” ocasionado por su triunfo en el Festival Mundial de Minibaloncesto en Argentina,  los dirigidos  por Sergio Zúñiga envían un claro mensaje.

“Nosotros no sólo somos un equipo de baloncesto, somos una academia; nuestro objetivo principal no es el deportivo, queremos formar personas completas en lo educativo  y social, hacerle ver a la gente que puede vivir otra realidad. Queremos que se integren todas las comunidades del estado  y después extender el proyecto a nivel nacional”, comentó Guillermo Merino, entrenador auxiliar del profesor Zúñiga de visita en las instalaciones de un Diario de circulación nacional.

El basquetbol cambió sus vidas, tras nueve meses de compartir su filosofía, el equipo ha recibido toda clase de reconocimientos además de que muchos de sus integrantes podrían ser becados en Estados Unidos y España. Lo más importante, según  los instructores, es que la iniciativa generada en Oaxaca tiene aún mucho que cosechar.

“Ha sido una experiencia inolvidable. Salir a otros países nos enseña otras costumbres y visiones de vida. Lo único malo es  que a veces viajas y  al regresar siguen los mismos problemas de siempre. Por eso queremos lograr un cambio de fondo, no bajar los brazos y mediante el deporte seguir trabajando para tener un futuro mejor”, detalló  Sebastián Ortiz, otro de los entrenadores.

Lejos de las montañas, los Gigantes descalzos de la montaña han encontrado un mundo lleno de posibilidades. Su ejemplo, ha sido un parteaguas para que más niños busquen superarse a través del deporte.

“El ‘Profe’ Sergio nos rescató de la pobreza en nuestro pueblo, donde casi nadie culmina su secundaria y bachillerato.  En este proyecto tenemos que estudiar para conseguir una profesión, nuestra tarea es leer un libro cada semana y entregar un reporte aunque estemos de viaje. A mí me gustaría ser detective o basquetbolista de la NBA”, cuenta Melquiades.

La academia, ahora con poco más de dos mil integrantes tiene un nuevo objetivo: incluir a las niñas. Ya comenzaron con Daisy, quien viajó junto con el equipo a una gira realizada por España, Londres y París.

“Fue muy complicado atraer a la mujer triqui. Debido a las costumbres de la comunidad mucha gente tenía desconfianza  y tuvimos que ir paso a paso.  Ahora ya tenemos 50 y esperemos que el número se incremente”, detalló Ortiz.

La realidad de los oaxaqueños ahora es otra. Sus alimentos no se reducen a una porción por día, o sólo a frijoles con tortillas, como cuenta Melquiades. Ahora sus pies están cubiertos pero sus ideales siguen siendo los mismos.

“Deseamos una niñez indígena que tenga todas las herramientas para defenderse en la vida. Lo que mucha gente no sabe es que ya tenemos  más de 150 seleccionados y más de 15 equipos de cada categoría. Nuestro sueño va tomando forma”, finalizó Merino.