Indicador Politico

Por Carlos Ramirez

 

Cuando se olvidan de su función social y se dedican a defender negocios, los periodistas pierden su esencia y se convierten en mercenarios.
La periodista Carmen Aristegui hizo a un lado los múltiples códigos de ética que invocó para batirse en batallas contra las leyes en telecomunicaciones pero defendiendo a su empresa MVS y a su entonces aliado Carlos Slim Helú. Pero cuando perdieron la batalla, Slim soltó lastre, hizo a un lado sus alianzas periodísticas, desdeñó a MVS-Dish y Aristegui aprovechó su espacio periodístico en Reforma para sorpresivamente atacar a su ex aliado Slim.
Los reacomodos de lealtades son comunes en los negocios, pero resultan muy evidentes y auto incriminatorios en periodismo. Aristegui pasó del periodismo ficción —documentado minuciosamente por Marco Levario Turcott en su libro El periodismo ficción de Carmen Aristegui— al periodismo de engañifas.
En su artículo el viernes pasado en Reforma, Aristegui descubre —apenas veinticuatro años después— que Slim es el malo de la película, que es un empresario codicioso, que fue beneficiario de los favores de Carlos Salinas de Gortari y que deberían meterlo en cintura porque su riqueza ofende a los pobres.
El texto de Aristegui es un ejemplo clásico del periodismo antitético que un día alaba a un personaje y luego, por negocios con él, lo demerita. En los últimos meses Aristegui fue escudera de Slim para proteger el negocio de su empresa MVS-Dish con Carso, usó los espacios de radio de MVS para atacar a Televisa, se alió con el impresentable Javier Corral que también cojea de la misma pierna ética que Aristegui —ataca a Televisa porque perdió un juicio civil y una casa y se venga con las leyes— y dedicó horas a denunciar la complicidad del gobierno con Televisa.
Ahora, sin mediar una explicación ética, Aristegui se lanza contra Slim, lo revela como el contraste entre opulencia y miseria y le recuerda ser beneficiario de Salinas de Gortari. Algunas perlas del texto de Aristegui en Reforma, (cursivas de Indicador Político):
—“El gigantismo en las empresas de Slim que ha afectado por años y de diferentes maneras a los mercados, usuarios y competidores, tenía que ser acotado.”
—“La polémica conversión que se hizo —en tiempos de Carlos Salinas—, de monopolio estatal a monopolio privado de la telefonía nacional, significó el punto de arranque para la generación de una de las concentraciones más grandes de riqueza y poder empresarial que existen, hoy, en el planeta.”
—“El tamaño al que ha llegado Slim representa la gran contradicción de un país que, como México, produce a éste y otros multimillonarios a partir de un modelo económico concentrador y claramente fallido, en sus mecanismos de distribución de ingreso y riqueza, y que se demuestra con los índices de pobreza que se extienden por el territorio nacional.”
—“La concentración en telecomunicaciones es insostenible para un país como México, del mismo modo que es insostenible que el modelo de concentración duopólica en la televisión siga causando efectos nocivos a los mercados, la competencia y de manera notable a la población.”
El texto no resiste el mínimo análisis de contenido desde el periodismo. Bastará con contrastar el artículo del viernes con la larga lista de programas de radio de Aristegui en las que se batió como pocas defendiendo a Telmex y a Slim. Un cambio de opinión en horas siempre llamará la atención.
Lo que falta por saber es la posición de CNN, la empresa que cobija a Aristegui y que también fue usada por la conductora para promover los negocios de MVS con Slim, a menos que esa cadena estadunidense también haya estado metida en el enjuague MVS-Dish con Slim.
La gran derrotada en periodismo por las leyes secundarias fue Aristegui, aunque con impudicia ahora critica a Slim.