Ignacio Ayala encuentra una nueva vida

A Ignacio Ayala (Guadalajara, 1969) le cambió la vida en 2010. Ese año cerró un ciclo en Guadalajara. El actor, como el Quijote, dejó su pequeña aldea tapatía, pues sentía que en la ciudad no encontraría el crecimiento que buscaba. Algunos amigos le habían hablado de las ingentes oportunidades que existían en el Distrito Federal. Sin embargo, fue su filosofía de vida la que lo orilló a renunciar a las clases que impartía en el Diplomado en Pedagogía de las Artes de la Secretaría de Cultura de Jalisco, cuya sede era el Instituto Cultural Cabañas.
En septiembre de 2010 llegó a la capital y regresó a Guadalajara en octubre. En un mes logró hacer dos capítulos de la miniserie Drenaje Profundo, que se transmitió por Tv Azteca ese mismo año. La suerte estaba echada: “Nacho” volvió a Guadalajara una vez al mes hasta que a mediados de 2011 decidió quedarse en el D.F.
“Algo que siempre he creído es que no eres capaz de saber quién eres hasta que te pones a prueba. Quería ponerme a prueba viendo las cosas que aquí había y buscando oportunidades. Desde que llegué no tenía claro si me iba a quedar o no. No me agobiaba la idea de que no me fuera bien, de no encontrar nada. Por eso me vine. Me empezó a ir bien y tengo claro que me quiero quedar”.
En abril de 2011 el dramaturgo ya tenía planeado montar la obra Café para intelectuales. También comenzó a impartir clases. Sus intenciones de proyectarse se solidificaron. En poco tiempo logró obtener avances en el D.F. que en Guadalajara le costaron mucho trabajo. Sin embargo, no desvaloró lo aprendido en la capital jalisciense, pues fue el lugar en el que se formó.
“Acá hay más oportunidades de desarrollo, la cultura en el D.F. es vasta, no solamente en las artes escénicas. Hay muchos museos, actividades culturales en las que te puedes desarrollar. Hay muchos proyectos y puedes involucrarte en muchas cosas”.
Los “más”
Difícil: La incertidumbre. Al llegar al Distrito Federal, tenía nervios: no sabía cómo conseguiría trabajo.
Fácil: Buscar y provocarse sus propias oportunidades. Encontrar nuevos retos siempre le ha emocionado.
Padecido: La relación con los habitantes de la capital. Comenta que los defeños viven en una ciudad un poco carnívora y debido a eso tienen una vibra más agresiva.
Disfrutado: El trabajo, la ciudad llena de contrastes, los eventos culturales.
Añorado: Sus amigos.
Favorito en Guadalajara: los cafés que están alrededor de Avenida Chapultepec.
Personaje admirado: Ricardo III. Lo representó cuando estuvo en España.
Falta más desarrollo en Guadalajara
Considera que en Guadalajara hay grandes actores (Andrés David, Paloma Domínguez y Jesús Hernández) y directores (Luis Manuel Aguilar, el “Mosco”, Beto Ruiz y Víctor Castillo). Sin embargo, señala que hacen falta oportunidades en televisión y cine que permitan a los teatreros un mejor desarrollo profesional.
“En Guadalajara hacen falta más áreas de oportunidad, más teatro, más trabajo para los actores, porque es muy triste que de repente en una temporada das ocho funciones porque no hay espacio. También te enseña mucho sobre la actuación hacer cine y tele, hacer cámara. Salvo los escasísimos proyectos que surgen en Guadalajara o los proyectos estudiantiles que no te desarrollan mucho, porque lo hacen precisamente estudiantes, pues sí te limita mucho a desarrollarte en los tres medios”.
Destaca que los actores que trabajan en Guadalajara, además de conservar la mística del teatro, saben respetar y darle continuidad a un proyecto como si éste fuera parte de un proceso artesanal. Menciona que al haber tantas oportunidades en el Distrito Federal, los actores se pueden convertir en mercenarios que dejan colgados ensayos teatrales porque consiguieron trabajo en televisión.
“En el D.F. es muy fácil perder esta mística porque es tanta la competencia que tú requieres hacer todo: cine, tele, comercial. De repente pierdes un poco la continuidad. Allá en Guadalajara, por ejemplo, es impensable que tengas un suplente y hay un celo profesional de no tenerlo. Acá es impensable que no lo tengas”.
Y volver, volver, ¿volver?

Ignacio Ayala volvería a Guadalajara solamente si se le presentara un proyecto interesante y por un tiempo determinado. Sin embargo, no se aferra a la idea de permanecer en la capital. No piensa que el que está en la capital tiene el éxito asegurado. Piensa que el lugar no hace al actor, sino la actitud, el compromiso y la preparación. “Para mí el D.F. no es el culmen de mi carrera, ni el espacio te hace más artista. Estoy aprendiendo muchas cosas y estoy desarrollándome. El otro día alguien me dijo algo muy importante: ‘Yo no hago arte, yo trabajo en productos artísticos y la gente es la que recibe y convierte eso en una obra de arte’. El arte es el medio en el que tú te desenvuelves, pero el que te hace artista eres tú, tu compromiso, tu actitud, tu búsqueda constante”.
El desarrollo de la creatividad
Ignacio Ayala comenta que actualmente está escribiendo su quinta obra. Se trata de un musical que aborda una relación de amor. Detalla que lo presentará próximamente con el apoyo de la compañía West End. Anteriormente, Ayala escribió Vive, un musical que tuvo buena aceptación durante una temporada corta. Además, creó un texto en el que abordó el tema del bullying.
“He hecho teatro, cine, televisión. Como director de escena he tenido oportunidad de asesorar grupos. Como escritor estoy desarrollándome muchísimo, ya es mi quinto texto que se monta. Como maestro tuve la oportunidad de trabajar en el SET con Luis Felipe Tovar y ahora en Casa del Lago Chapultepec”.
Afirma que el proyecto que más satisfacción le dio fue Capaciteatro, ya que pudo ayudar a cambiar un poco la manera de pensar de la gente. El histrión platica que, junto con la empresa Inthegrum, realizó dos obras de teatro para capacitar a empresas de gobierno. El acoso más gracioso se presentó en el Instituto Mexicano del Petróleo y
Ignacio Ayala
Estudió la Licenciatura en Administración de Empresas en la UNIVA. Desde 1993 ha tomado diferentes cursos y talleres en entrenamiento actoral, perfeccionamiento actoral, ritmo corporal, comedia del arte, dirección y danza contemporánea. En 2004 participó en el curso de Actuación Superior que se ofreció en el Teatro Asura, en Madrid, España. En 1993 comenzó su carrera teatral. De las ocho películas en las que ha aparecido destacan Doce segundos, de Kenneth Muller, y Fecha de Caducidad, de Kenya Márquez.