El 12 de julio de 1960, se celebró por primera vez el Día del Abogado en México, en conmemoración de la primera cátedra de Derecho celebrada en la entonces Real y Pontificia Universidad de México.
En sus inicios la carrera de leyes comprendía de cinco años de Prima y Vísperas de Derecho y dos cursos más de un año de Jurisprudencia Civil, en el que se daba las herramientas necesarias a los futuros abogados, para hacer recta observancia de la aplicación de la justicia.
En esa época virreinal los abogados empleaban una vestimenta específica que los distinguía; la cual constaba de traje negro, con calzón corto, zapatos con hebilla de oro o plata (según la posición económica) y la tradicional e indispensable toga.
Después de la independencia y acorde a los tiempos de cambio, el abogado se desprendió de la solemnidad que lo había caracterizado, despojándose de la toga para volverse en un republicano hombre de ley.
El día, además de reconocer la labor de los expertos en leyes, busca hacerles un llamado para que actúen, precisamente, bajo un marco legal y lleno de justicia.