Vialidad y propuestas para Tlalpan

El contenido de esta columna con la que me reintegro a mis colaboraciones semanales, surge de una preocupación que me generó la lectura de una nota en el diario Reforma, elaborada por el compañero reportero Alfredo Páez. Al parecer un grupo de vecinos, lamentablemente en la nota no se precisa quiénes ni de dónde son, están proponiendo que la calle de Santa Úrsula Xitla y un tramo de la Miguel Hidalgo, en la delegación Tlalpan, se hagan de un solo sentido entre las seis y las nueve y media de la mañana.
No voy a entrar en el terreno del sospechosismo. El que vecinos se preocupen por la vialidad de su entorno es lo mínimo que se le puede pedir a una ciudadanía harta, pero con un alto porcentaje de apatía. Es cierto, tenemos que participar más. Lo que definitivamente no comparto son sus propuestas técnicas porque ya se han intentado y no funcionan.
Esta medida, en escala mucho menor, ya había sido propuesta por la delegación y simplemente se tuvo que venir abajo porque resultó peor el remedio que la enfermedad.
En esa época, el tramo monodireccional sólo provenía de la esquina conformada por Cuautla, Limantitla con Santa Úrsula hacia Insurgentes, ahora quieren que todas las colonias que de todos modos bajan por ahí o por otras calles aledañas tengan pase directo de seis a nueve treinta hacia esa pared de vehículos que es Insurgentes.
Ahí está el problema, y no en la bajada. Si antes ese espacio se volvía un caos, con esta propuesta sencillamente se paralizará la colonia Santa Úrsula Xitla, Tlalcoligia y Pedegregal de Santa Úrsula, entre otras. Además, estaremos condenando a una nula movilidad a nuestra zona y nuestro comercio, de por sí amenazado con ese proyecto demencial llamado Patio Tlalpan.
Cuando se puso en práctica este experimento, muchos vecinos protestamos. Recuerdo que un señor de edad avanzada nos comentó (y estoy hablando de hace más o menos cinco años) que tampoco era la primera vez que eso se proponía: “déjenlos, en tres días se les cae el teatrito”, dijo, palabras más o menos.
Dicho y hecho. Fueron tales los nudos viales, que el delegado (o uno de sus achichincles, ya no recuerdo bien) tuvo que venir a ver con propios ojos lo que ocasionaban sus ocurrencias.
En días posteriores la medida se vino abajo por inoperante.
En una discusión que tuve en twitter con un promotor de esta iniciativa, mi interlocutor proponía como una medida paralela el uso del carril confinado del metrobús para vehículos particulares. Esto agravaría el problema, porque además de paralizar la movilidad interna de las colonias, estaríamos confinando a vuelta de rueda el de por sí deficiente transporte público.
¿Qué propongo? Preguntaba mi interlocutor. Propongo que la delegación quite los puestos ambulantes que autorizó en la esquina de Insurgentes y Santa Úrsula, que reubique el sitio de taxis que está sobre Santa Úrsula, que bajo ninguna circunstancia se autorice la construcción de más departamentos en la zona, tampoco ese ecocida centro comercial al que ya me he referido en otros espacios, que haya siempre, y no de contentillo, policías de crucero en cada esquina de Insurgentes perfectamente coordinados, que se le impongan altas multas a quienes circulan por el carril del metrobús. Son medidas derivadas de una auténtica política urbana que esta ciudad no tiene. Eso en detalle.
Desde el punto de vista general, aprovecho para pronunciarme enérgicamente contra las autorizaciones de las normas 30 y 31 con las que se les pretende quitar el bozal a los culpables de nuestra tragedia urbana. El fondo del problema, lo sabemos bien, es la densidad demográfica de zonas que siguen creciendo en la completa anarquía y que ahora quieren “verticalizar”