Archivos de Frida Kahlo revelan nuevas historias

Las historias de los meses que Frida Kahlo pasó en París a finales de los años 30, las cartas de surrealistas que le pedían a la pintora su intervención para poderse venir a México cuando Francia estaba ocupada por los nazis, las casi 30 cartas de Isamu Noguchi -con quien tuvo un romance-, los autorretratos de Guillermo Kahlo que habrían de generar mayor interés en ella en este tipo de obras o los diálogos con Diego Rivera sobre cómo pintar determinada obra son algunos de los temas que han ido surgiendo en los archivos de la Casa Azul, abiertos hace una década.

Investigaciones, exposiciones y libros se han generado tras la apertura de los más de 30 mil documentos, fotografías y objetos del Museo Frida Kahlo, Casa Azul, donde la artista nació el 6 de julio de 1907 y donde murió el 13 de julio de 1954; son 60 años de su deceso que se cumplirán el próximo domingo.

Los archivos, que estuvieron cerrados por 50 años pues Diego Rivera pidió que no se abrieran sino 15 años después de su muerte y que Dolores Olmedo mantuvo sellados muchos años más, han dado lugar a las exposiciones Leo Eloesser: La medicina y el dolor en la obra de Frida Kahlo, en 2005; Tesoros de la Casa Azul, en 2007; Frida Kahlo, sus fotos, en 2009; Exvotos de la colección del Museo Frida Kahlo, en 2011; y Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo, que está expuesta actualmente.

Si bien los objetos, documentos y fotografías -que son más de 6 mil 500- no pueden salir de la Casa Azul, de la exposición de fotos de la propia Frida se hizo una facsimilar a cargo del fotógrafo Gabriel Figueroa, que se ha llevado a varias ciudades del mundo.

De manera paralela se han publicado los libros Todo el universo. Frida KahloEl mundo México;Frida by Ishiuchi, que es una obra fotográfica sobre sus objetos personales (RM, 2013); Frida Kahlo, sus fotos (RM, 2010); y Mi querido doctorcito (El Equilibrista /Conaculta, 2007). El hombre en la encrucijada. El mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, aunque no es un libro sobre Kahlo, se basa en documentos de los archivos guardados por ella. Con base en el libro Todo el universo… se hará en 2015 una exposición. Otro proyecto futuro, a partir de los archivos, será un libro con ensayos en torno de los extranjeros en México.

Las palabras de Michel

En los archivos, el investigador Jaime Moreno Villarreal estudia el periodo de Frida en París, a finales de los años 30; de ahí proviene la correspondencia que ella sostuvo con un parisino de nombre Michel quien, por ejemplo, le dice en una misiva, en abril de 1938:
«El ambiente es muy raro y todo huele a guerra, incluso mi propio optimismo empieza a despellejarse.»

Otro material de estudio es la propia biblioteca de la artista; a partir de sus libros y revistas se ve su interés por el Surrealismo -aunque aclaraba que no era surrealista- y por otras disciplinas. Así lo describe Hilda Trujillo, directora de los Museos Frida Kahlo y Diego Rivera-Anahuacalli: «Se pueden ver las fuentes de Frida Kahlo: el interés por la biología, la obstetricia, la poesía de Walt Whitman; descubrimos a una mujer muy inquieta intelectualmente, que intervenía los libros, los dibujaba, los hacía suyos, al igual que las fotos, que cortaba, pintaba, besaba.»

El fotógrafo Pablo Ortiz Monasterio, quien participó en la investigación inicial para algunos de los libros, cuenta sobre el acervo: «Todos los objetos son elocuentes, hay cosas que uno pensaría que no son de gran valor, los zapatos, por ejemplo, están rotos, viejos… Sin embargo nos hablan de este par de monstruos, de grandes artistas del siglo XX. Ese zapato te habla del padecer de Frida, te habla de cómo era su cotidianidad: dura, dolorosa, intensa, extrema, con drogas, mucho tabaco… te permite apreciar a la propia Frida».

Ortiz Monasterio trabajó en los primeros años de apertura de los archivos, cuando con Ricardo Pérez Escamilla se realizó la exposición conmemorativa en el centenario del nacimiento de la pintora. Ha concluido que los archivos dan cuenta de las otras influencias de Frida, más allá de que muchos investigadores hablaron de la influencia de Diego Rivera. Para Ortiz Monasterio hubo otras influencias más fuertes: su padre, su madre, la casa paterna y el México prehispánico. «Por supuesto que Diego fue un torbellino, pero ella tenía un mundo propio, una tradición fuerte. La fotografía de Guillermo Kahlo fue clave. Se encontraron 30 autorretratos de él, algunos quizás hechos en Alemania; así como retrató a su familia se hizo retratos. Eso fue muy importante para ella».

La restauradora de fotografía Liliana Dávila destaca el hallazgo documental: «Están las imágenes que les importaban a ella y a Diego para llevar a cabo sus pinturas. Es muy interesante de repente ver la imagen de una fotografía que sirvió de apoyo para una pintura de Frida; se encontraron varias pinturas inconclusas que se sabe que fueron realizadas a partir de fotografías».

Hay cartas que muestran cómo Kahlo y Rivera intercambiaban ideas acerca de sus obras: Así lo detalla Hilda Trujillo: «Se encontró una carta de Frida donde dibuja el suicidio de Dorothy Hale, la hija de la directora de Harper’s Bazar, y le preguntaba a Diego cómo pintarla… En otra carta, Diego le preguntaba a Frida cómo pintar el caballo de Zapata ‘¿café o blanco?’ Y Frida le dice que tiene que pintarlo de blanco como era el alma de Zapata. Te das cuenta, con esas cartas, de que hay una relación de igual a igual, de respeto intelectual y artístico, de consulta, no hay una imposición. Frida es ella misma y Diego la respeta».

La directora dice que abrir los archivos ha renovado la vida del museo y multiplicado el público hasta llegar a tener 360 mil visitantes al año.