El escudo azteca o chimalli que resguarda el Museo Nacional de Historia. Castillo de Chapultepec, una de las pocas piezas plumarias prehispánicas que se conservan en el mundo, ha sido estudiado desde el punto de vista histórico por especialistas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), con el fin de que sea intervenida. La labor de conservación de esta pieza, que fue elaborada en el siglo XVI por los amantecas, estará a cargo de las restauradoras María Olvido Moreno y Laura Filloy, especialistas en arte plumario. Según el restaurador Emmanuel Lara, quien realizó un estudio histórico de la pieza, el escudo mexica está delicado por la naturaleza de los materiales que lo constituyen, además de que tiene varios faltantes, como piel del felino, así como algunas láminas de oro y plumas.
Lara, quien presentó su estudio en el Primer Encuentro de Arte Plumario, que organizó la ENCRyM, comentó que el escudo es uno de los cuatro que se conservan en el mundo (tres están en Europa: uno en Viena, y los otros dos en Alemania). Según las fuentes históricas, el chimalli fue confeccionado con materiales muy lujosos en el contexto mesoamericano, como piel de jaguar, láminas de oro y plumas de aves de diferentes tonalidades, y se cree que fue regalado por la élite mexica a Hernán Cortés.
Lara detalló que una vez que estuvo en manos españolas, la pieza fue llevada a Europa, para demostrar los tesoros que había en el Nuevo Mundo. El escudo llegó a Bruselas en 1519 y permaneció en el Palacio de Armas hasta 1796, cuando fue trasladado a Viena, donde se quedó casi un siglo. Para 1865, el emperador Maximiliano de Habsburgo mandó a traer dicho escudo para incluirlo en las colecciones del Antiguo Museo Nacional, por lo que en enero de 1866 retornó a México.