El crecimiento poblacional y los cambios en los patrones de consumo ocasionaron que se cuadruplicara la generación de desechos sólidos o basura en los últimos 50 años, lo que ha provocado degradación ecológica y daño a la salud de los seres humanos.
La Ciudad de México y su zona conurbana ocupan gran extensión de terreno (demasiado grande, dirían muchos), en la que 20 millones de personas conviven y sufren todo tipo de problemas, incluidos los que se relacionan con la salud y el ambiente. Así, la basura afecta directamente a los seres humanos al contaminar agua, aire y suelo, sin olvidar que la fauna que se congrega en torno a los desperdicios también es perjudicial.
En el Distrito Federal se generan, cada día, 1.2 kilogramos de basura por habitante, y se calcula que en el año 2010 la cifra total de desechos sólidos producidos por esta urbe será 25,000 toneladas, es decir, la tercera parte de los que se producirán en todo el país. Algo parecido, aunque en menor escala, sucede en Guadalajara, Jalisco (Occidente de México), donde se generan 4,000 toneladas de desperdicios diariamente, muchos de los cuales afectan la salud pública y recursos naturales, en especial el agua.
Lamentablemente, estamos muy lejos de contar con políticas públicas para disminuir la generación de basura, ya que no se dispone de rellenos sanitarios modernos que garanticen el control adecuado de los contaminantes, ni tampoco con los mecanismos para hacer cumplir las leyes que dictan la obligatoriedad de separar los residuos orgánicos (que se descomponen o degradan, como restos de comida) de los no orgánicos (no se degradan con facilidad, pero pueden volver a utilizarse, como vidrio, metal y plástico).
En el caso de la capital jalisciense existe el Tiradero de Coyula, que fue asiento de importante sitio arqueológico edificado hace más de mil años. Hoy, el histórico lugar se encuentra enterrado bajo cinco millones de toneladas de residuos. Si hablamos de la Ciudad de México, los expertos han levantado la voz desde hace tiempo para decir que el Bordo Poniente, lugar en el que todavía se depositan 12,000 toneladas de basura al día, no puede recibir un kilo más. Las autoridades buscan la manera de diversificar los lugares de almacenamiento y se confía en que a mitad de este 2008 el problema quede medianamente resuelto
Plástico eres…
Como ya se dijo, la producción de basura por persona en los últimos 50 años se incrementó en forma por demás alarmante, y uno de los factores principales para este hecho fue la aparición de productos y envases desechables, los cuales ganaron rápidamente la simpatía de los consumidores por la comodidad que ofrecen.
En particular, el plástico se usa hoy día en todo lo imaginable: estuches de cosméticos, juguetes, aparatos electrodomésticos, accesorios para el automóvil, zapatos, joyería de fantasía, tarjetas de presentación, plumas, cuadernos y enorme etcétera. Sin embargo, contrario a lo que ocurre con la madera, papel, fibras naturales o, incluso, metal y vidrio, los plásticos no se oxidan ni se degradan con el tiempo.
Se han desarrollado algunos plásticos biodegradables, es cierto, pero ninguno ha demostrado ser válido para las condiciones requeridas en la mayoría de los vertederos de basura. Su eliminación es, por tanto, problema ambiental de dimensiones considerables, sobre todo si observamos que el mercado de materiales como plástico y poliestireno (se emplea en la fabricación de vasos, platos y muchos productos más) ha pasado de 5% en 1993 a 50% en la actualidad. La degradación de estos artículos puede tardar hasta mil años, por lo que tal vez deberíamos retomar lo que sucedía hace algún tiempo y utilizar el vidrio y otro tipo de materiales que tengan mayor durabilidad, o bien, que sean capaces de reciclarse sin afectar al medio.
Daño a la salud
México genera aproximadamente 90,000 toneladas de desperdicios diariamente, pero de esta cifra casi la tercera parte no se recolecta, sino que se acumula en calles, selvas, ríos y playas.
La basura que se recoge en nuestros domicilios tiene como destino final los tiraderos a cielo abierto, sitios que en realidad son monumentales focos de infección que ocasionan daños a la piel, vías respiratorias y ojos, además de que promueven la aparición de alergias y generan efectos repulsivos a la vista y olfato.
Asimismo, se debe tener en cuenta que donde hay basura tienden a proliferar animales nocivos, como ratas, cucarachas, moscas y mosquitos, especies que transmiten enfermedades al ser humano. Visto a gran escala, el daño a los ecosistemas es evidente. Sí, porque el terreno en que se asientan los desperdicios queda imposibilitado para convertirse en un parque o bosque, además de que el agua de lluvia que cae en la zona contamina los mantos acuíferos del subsuelo, lo que obliga al uso de tecnología y cuantiosos recursos para que el vital líquido sea tratado a fin de que pueda ser consumido por el ser humano o utilizado en labores como riego de parques públicos o limpieza.
En cuanto a la atmósfera, también encontramos potenciales daños a nuestra salud, toda vez que la basura emite bacterias y gases que fácilmente son transportados por el viento. Asimismo, cuando la basura se quema la situación empeora, pues las sustancias volátiles se hacen más tóxicas y hasta pueden adquirir propiedades cancerígenas (favorecen el surgimiento de células anormales y tumoraciones).