Los perros viven para estar con nosotros.
En nuestra compañía, encuentran su mayor fuente de diversión y felicidad. Pero, cuando no estamos, nuestros fieles amigos tienen que entretenerse de alguna forma. Pero, ¿cómo? Estas son las 3 cosas que ignorabas que tu perro hace cuando no estás.
Jugar
La diversión no es el monopolio de nuestra raza; los canes también necesitan entretenerse. Para ello, algunos optan por correr de un lado para el otro o morder cualquier cosa que esté a su paso -sea masticable o no-.
Cuando cachorro, mi perro, por ejemplo, adoraba mordisquear las paredes en nuestra ausencia. ¡Cómo varían los fuentes de diversión de una raza a otra!, pues podrán imaginarse que para nosotros no era nada divertido descubrir que las capas de pintura, lejos de decorar las paredes, yacían descuartizadas en el suelo.
Investigar
Aunque no solamos ser muy conscientes de ello, nuestra casa está en perpetuo movimiento.
Los cojines viajan de sillón a sillón y los artefactos electrónicos, tales como las laptops, tablets o celulares, suelen mudarse de un salón a otro de acuerdo a nuestras necesidades. Este movimiento constante tiende a despertar la curiosidad siempre latente de nuestros amigos perrunos.
Ellos son capaces de dedicar largo tiempo a olfatear la nueva disposición de las cosas. Pero, los perros no siempre están interesados en estos sucesos tan inocentes.
A veces, buscan un poco más de adrenalina… Y, cuando esto sucede, no puede esperarse más que el completo caos -sin metáfora incluida-. Mi perro aún siente especial fascinación por indagar clandestinamente en la basura. Él no conoce de «investigaciones discretas»; lo suyo es siempre una pesquisa a fondo…
Observar
Pero, los perros no son necesariamente sinónimo de travesuras. De hecho, también les agrada refugiarse en la completa pasividad. Cuando se encuentran en este humor, prefieren observar. Hay canes que disfrutan de esta actividad en silencio; otros, de temperamento más fuerte y dinámico, optan por irrumpir la pasividad de la observación, agregándole algún ladrido o aullido de vez en cuando.
Así, por ejemplo mi perro podía pasar horas asomado en la ventana, viendo las personas pasar y ladrándole a los molestos motores de los automóviles.
Como vimos, la vida de los perros no tiene por qué ser, vaya paradoja, «de perros».
Ellos tienen la increíble (aunque a veces para nada conveniente) habilidad de descubrir la diversión en las actividades menos pensadas. Y esta es, sin duda alguna, una de las principales razones de su entrañable encanto.