«Decidamos juntos» quedó en el olvido

Fué fue de esa oferta de escuchar a la ciudadanía, que se repetía en los spots publicitarios de campaña de Miguel Ángel Mancera? ¿Dónde quedó el “Decidamos juntos”? Quedó solamente en eso: en un eslogan de campaña.
A 18 meses de que Mancera asumió la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, la constante en su gobierno ha sido la unilateralidad y las malas decisiones.
Unilateralmente el gobierno de la ciudad ha tomado medidas que afectan a los capitalinos, principalmente a los que pertenecen a la clase media, media baja y baja. Veamos. Se incrementaron los impuestos y pagos de servicios: se aumentó exageradamente –y sin justificación– el pago del predial; las tarifas de agua –sin importar la cantidad y calidad del líquido que llega a ciertas zonas de la ciudad–; el alza en las tarifas de servicio de transporte público concesionado; así como el aumento a la tarifa del Sistema de Transporte Colectivo Metro; el refrendo vehicular que pasó de 411 a 434 pesos; el incremento en algunos trámites; y un largo etcétera.
La más reciente unilateralidad del jefe de gobierno es la decisión prohibicionista del Hoy no Circula. Recordemos que todos los vehículos particulares con placas del DF pagan, al año, la Tenencia o el refrendo vehicular, dos veces la verificación; sin contar las multas o recargos y las infracciones. Si a eso le sumamos que, ahora, cada tres años hay que renovar la tarjeta de circulación con chip. Y, como ya es costumbre, seguramente habrá un reemplacamiento –para homologar los tres modelos de placas que circulan actualmente– con el nuevo diseño de placas y engomado del actual gobierno. Y todo ello con cargo al bolsillo de los capitalinos. A pesar de todos los gastos que eroga tener un vehículo –además de los incrementos mensuales a la gasolina y el mantenimiento–, su circulación se limita aún más.
Seguramente nadie se opone a los buenos propósitos que se enumeran en el decreto de esta medida: un medio ambiente adecuado, el combate al calentamiento global, cuidar la capa protectora de ozono, reducir la vulnerabilidad de la población y de los ecosistemas, así como el derecho a un nivel de vida de los capitalinos con salud y bienestar.
El problema está en que una decisión de esta naturaleza de basa en estimaciones y nunca se informa a la ciudadanía y/o a los afectados si las metas se cumplen, si el sacrificio o las molestias de algunos automovilistas permitieron alcanzar el bien común; ello contribuiría a evaluar con datos verídicos la viabilidad o no de los programas que aplica el gobierno.
Hasta ahora no hay certeza que el endurecimiento al programa Hoy no Circula disminuya la contaminación en la ciudad. Recordemos que en 1989 –año en que inició el programa– circulaban menos de 2 millones de automóviles en la ciudad y hoy lo hacen más de 5 millones; los índices de contaminación atmosférica van en aumento. La medida ha sido cada vez más restrictiva –Hoy no Circula, Doble no Circula, No Circula Sabatino, y ahora Doble no Circula Sabatino– y el problema de la contaminación no se resuelve, lo que habla de la ineficacia de este programa.
Los capitalinos merecemos que si el gobierno no decidió junto con nosotros, su responsabilidad sí es informarnos cuál es el efecto de esta medida, así como hacer públicos cuáles fueron los costos y beneficios del programa y compararlos para saber si es mejor invertir en aumentar y mejorar la calidad del transporte público en nuestra ciudad.
Restricciones sin opciones
El programa Hoy no Circula fue creado en 1989 con el fin de reducir las emisiones contaminantes en la ciudad de México. A 25 años de su creación, no hay efectos positivos permanentes que hablen de una mejor calidad del aire; a pesar de ello, el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, anunció más restricciones al programa, que entrarán en vigor el próximo mes.
Pareciera que el gobierno capitalino solamente piensa en la cantidad de coches que dejarán de circular diariamente y no se preocupa de brindar opciones para las miles de personas que, al no poder usar su vehículo, necesitarán trasladarse en transporte público; personas que se sumarán al 65% de la población de esta ciudad que usa este medio, a través de las 35 mil unidades que circulan en el DF.
Es de destacar que el principal efecto provocado por el programa, desde su creación, fue el aumento de la flota vehicular que circula diariamente por el Distrito Federal. Cuando se instrumentó, la velocidad promedio en nuestra ciudad era de 60 kilómetros por hora, actualmente se redujo a 15 km/hr. El uso de taxis como medio de transporte aumentó. El problema es que circulan miles de taxis pirata, con la leyenda de permiso o placas en trámite, sin el tarjetón a la vista, pero sobre todo, haciendo más contaminación de la que se trata de evitar, debido al surgimiento de asociaciones y grupos particulares de taxis que circulan en todo el DF.
Los microbuses, debido a su mal estado, resultan un peligro; son los causantes de accidentes de tránsito, de lesiones y muerte de pasajeros y transeúntes, sin dejar de lado el tráfico que provocan y el miedo que infunden a automovilistas, ciclistas y ciudadanos en general. Ante lo anterior, al gobierno capitalino le resultó más fácil cambiarlos de color que hacer que cumplan la ley.
Los RTP, el sistema de transporte público del gobierno de la ciudad, no cubren las principales (o más demandantes) rutas de la ciudad y en las que presta servicio no tiene las suficientes unidades para evitar la saturación de pasajeros; además, son vehículos altamente contaminantes.
En cuanto al Metrobús, a pesar de ser un transporte reciente, debería someterse a estrictos controles para reducir los niveles de contaminación, pues algunos de estos vehículos emiten una cantidad de humo al circular que debería revisarse.
Cabe destacar que, de acuerdo con algunos especialistas, 30 por ciento de las emisiones contaminantes corresponde al transporte público y 22 por ciento se debe al transporte de carga.
En cuanto al Sistema de Transporte Colectivo Metro, recordemos que el gobierno de Mancera decidió aumentar la tarifa, con el argumento de mejorar el servicio y nada. Se siguen presentando demoras que aumentan la saturación en los vagones, poco se ha hecho para evitar los abusos de los que son víctimas principalmente mujeres, además de las goteras e inundaciones que presentan algunas estaciones en épocas de lluvia.
Sin olvidar el cierre parcial de la Línea 12, que ha dejado a miles de capitalinos sin medio de transporte y de ello no hay ningún responsable. No se pueden poner más restricciones a la ciudadanía si el gobierno no ofrece –y cumple– que habrá más y mejor transporte público.