Herbert Spencer, el verdadero autor de la frase «la supervivencia del más apto»

«Mi querido Darwin», empezaba la carta con fecha del 2 de julio de 1866. El autor de la misiva era Alfred Russel Wallace, el científico que junto a Charles Darwin descubrió el principio de la selección natural.
En la correspondencia, el gran biólogo le hizo algunas observaciones, que esperaba que le resultaran «inteligibles» y le pedía que tuviera «la amabilidad» de hacerle saber lo que pensaba sobre ellas. Antes de despedirse le deseó que su salud estuviera mejorando y que pudiera «continuar con su gran trabajo que tantos miles están buscando con interés».
En su carta hablaba de una expresión que el filósofo británico Herbert Spencer había escrito en el libro «Principios de la biología», de 1864, y que decía: «Esta supervivencia del más apto, que he tratado aquí de expresar en términos mecánicos, es lo que el señor Darwin ha llamado ‘selección natural’, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida».
Cinco años después de la publicación de «El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural», obra con la que Darwin transformó radicalmente la biología, Spencer introducía la frase: «supervivencia del más apto».
Y Wallace había quedado impresionado con ella.
«Excelente»
Tras leer el fragmento de Spencer, Wallace decidió escribirle a Darwin para que considerara sustituir «selección natural» por «supervivencia del más apto»: «Este término es la expresión llana de los hechos; la selección natural es una expresión metafórica de la misma y en cierto grado indirecta e incorrecta, ya que, aun personificando la naturaleza, no selecciona tanto las variaciones especiales como extermina las más desfavorables».
«La selección natural es, cuando se entiende, un principio tan necesario y evidente por sí mismo que es una lástima que se oscurezca de alguna manera; y por lo tanto me parece que el uso libre de ‘supervivencia del más apto’, que es una definición compacta y precisa de la misma, tenderá mucho a que sea más ampliamente aceptada y evitará que sea tan distorsionada e incomprendida».
Darwin le respondió que estaba «totalmente de acuerdo» con lo que planteaba y calificó la expresión de Spencer como «excelente».
El padre de la teoría de la evolución añadió la frase en la quinta edición y en las posteriores de «El origen de las especies» y reconoció a Spencer como su autor, pero no dejó de usar «selección natural».
En la página web del Darwin Project Correspondence de la Universidad de Cambridge, que ofrece acceso a misivas recibidas y enviadas por el naturalista, se cuenta que Wallace estaba tan convencido del término acuñado por Spencer que tachó, en su propia copia de la primera edición del libro, «selección natural» y escribió en el margen: «supervivencia del más apto».
Aunque tanto Darwin como Wallace consideraron que la expresión era adecuada en ese contexto en específico, otras interpretaciones hicieron que muchos biólogos prefirieran no usarla y que volvieran al término científico original.
Un polímata victoriano
Spencer nació en 1820 y a lo largo de su vida abordó temas tan diversos como la economía, la literatura, la sociología, la educación, la psicología y, por supuesto, la biología. Llegó a ser uno de los filósofos más influyentes de mediados del siglo XIX en Inglaterra, por lo que sus ideas no tardaron en traspasar las fronteras.
Su «pensamiento justificó y profundizó algunas de las ideas rectoras de la época», le señala Romina Zuppone, profesora asociada del departamento de Filosofía de la Universidad de Barcelona. Durante la década de 1850 escribió varias obras y, aunque fue admirado por muchos, entre ellos académicos y científicos (incluso fue nominado al Nobel de Literatura), con el paso del tiempo se convirtió en una figura extremadamente criticada.
Se le recuerda como el precursor del darwinismo social, mientras que otros lo evocan como un libertario, un defensor del capitalismo ilimitado. En 2014, el filósofo político John Gray escribió para la BBC que Spencer «profetizaba un irrestricto libre mercado; pocos lo recuerdan, pero sus ideas descabelladas siguen resurgiendo».
Como defensor de la teoría de la evolución, «creía que diferentes tipos de sociedad competían como en el mundo natural». Y es que Spencer aplicó las leyes de la evolución a las ciencias sociales.
«Creía muy firmemente en que las sociedades humanas eran como organismos naturales y que se desarrollaban de la misma manera», le explicó Adam Kuper, profesor de Antropología de la London School of Economics.
De lo biológico a lo social
El biólogo y filósofo británico Thomas Huxley, quien era amigo de Darwin y un gran defensor de su teoría de la evolución, le sugirió al gran naturalista que leyera a Spencer, cuyo trabajo había encontrado interesante. «Darwin lo leyó y no quedó muy impresionado porque era demasiado vago, deductivo y teórico», contó Kuper.
Pero lo que es evidente es que Spencer, como la mayoría, sí quedó fascinado con el trabajo de Darwin y dio un paso atrevido.