Mujeres sufren abuso y explotación en la producción de aceite de palma, usado por marcas de belleza

Con su mano apretada con fuerza sobre su boca, ella no podía gritar, recuerda la joven de 16 años, y de todos modos nadie estaba cerca para escucharla. Ella describe cómo su jefe la violó en medio de los árboles altos en una plantación de aceite de palma de Indonesia que alimenta algunas de las marcas de cosméticos más conocidas del mundo.
Luego le puso un hacha en la garganta y le advirtió: No hables.
En otra plantación, una mujer llamada Ola se queja por la fiebre, tos y hemorragias nasales después de años de rociar peligrosos pesticidas sin equipo protector. Con solo 2 dólares al día, sin beneficios de salud, no puede permitirse ver a un médico.
A cientos de kilómetros de distancia, Ita, una esposa joven, llora por los dos bebés que perdió en el tercer trimestre. Con regularidad, llevaba cargas varias veces superiores a su peso durante ambos embarazos, temiendo ser despedida si no lo hacía.
Estas son las mujeres invisibles de la industria del aceite de palma, entre los millones de hijas, madres y abuelas que trabajan duro en vastas plantaciones en Indonesia y la vecina Malasia, que juntas producen el 85 por ciento del aceite vegetal más versátil del mundo.
El aceite de palma se encuentra en todo, desde papas fritas y pastillas hasta alimentos para mascotas, y también termina en las cadenas de suministro de algunas de las marcas más importantes en el negocio de la belleza, valuado en 530 mil millones de dólares, incluidos L’Oréal, Unilever, Procter & Gamble, Avon y Johnson & Johnson, las cuales han ayudado a las mujeres de todo el mundo a sentirse mimadas y hermosas.

Associated Press llevó a cabo la primera investigación integral que se centró en el trato brutal a las mujeres en la producción de aceite de palma, incluido el flagelo oculto del abuso sexual, que va desde el acoso verbal y las amenazas hasta la violación. Es parte de una mirada más profunda a la industria que expuso abusos generalizados en los dos países, incluida la trata de personas, el trabajo infantil y la esclavitud absoluta.

Las mujeres se ven agobiadas por algunos de los trabajos más difíciles y peligrosos de la industria: pasan horas en agua contaminada por el escurrimiento químico hasta la cintura y llevan cargas tan pesadas que, con el tiempo, sus úteros pueden colapsar y sobresalir. Muchas son contratadas por subcontratistas sin beneficios, realizando los mismos trabajos para las mismas empresas durante años, incluso décadas. A menudo trabajan sin paga para ayudar a sus maridos a cumplir con cuotas diarias que de otro modo serían imposibles.

“Casi todas las plantaciones tienen problemas relacionados con la mano de obra”, dijo Hotler Parsaoran, del grupo indonesio sin fines de lucro Sawit Watch, que ha realizado amplias investigaciones sobre abusos en el sector del aceite de palma. «Pero las condiciones de las trabajadoras son mucho peores que las de los hombres».

Parsaoran señaló que es responsabilidad de los gobiernos, los productores, los grandes compradores multinacionales y los bancos, los cuales ayudan a financiar la expansión de las plantaciones, abordar los problemas relacionados con el aceite de palma, que se enumeran con más de 200 nombres de ingredientes y se encuentra en casi tres de cada cuatro productos de cuidado personal. En todo, desde el rímel y los jabones para baño hasta cremas antiarrugas.

AP entrevistó a más de tres docenas de mujeres y niñas de al menos 12 empresas en Indonesia y Malasia. Debido a que los informes anteriores han dado lugar a represalias contra los trabajadores, solo se los identifica por nombres parciales o apodos. Se reunieron con reporteras de AP en secreto dentro de sus cuarteles o en hoteles, cafeterías o iglesias, a veces a altas horas de la noche, generalmente sin hombres presentes para que pudieran hablar abiertamente.