Basureros en San Luis

13:00 horas. En la zona descarga de desechos de basura de los grandes edificios del Multifamiliar lado poniente, de la Colonia Jardín, estaba Sonia Velázquez seleccionando basura, buscando desperdicios de aluminio, papel, cartón y hasta alimentos; actividad, que realiza diariamente para llevar el sustento a la casa. Ella es madre soltera y ex obrera que fue despedida junto con otras decenas de miles de trabajadores de la zona industrial por motivo de la contingencia sanitaria para evitar los contagios del Covid-19. Esta es la situación en que viven miles de potosinos sin empleo, y pues han encontrado otras fuentes de trabajo y de sustento diario para sobrevivir. La recolección o “pepena” de basura es una de ellas.
– ¡Mira aquí están estos aguacates! Parece que están buenos.
Le grita Sonia a su pequeño hijo de nombre Alexis Velázquez, infante de escasos 10 años de edad que la ayuda en la tarea de recolección de basura. Ella con sus ojillos vivarachos, su nariz rojiza y aguileña, festeja este descubrimiento.
– En la basura encuentras de todo: latas de aluminio, cartón, papel; ropa y zapatos. Comida, a veces mucha comida, que nos sirve para alimentarnos varios días. Voy también al Mercado de Abastos, y allí tiran hasta por costales de alimentos. La semana pasada encontré varias cajas de plátanos tiradas, las recogí, las fui a vender con mis conocidos y saque un poco de dinero.
Explica Sonia que ella trabajaba en la fábrica de Pastas Barilla, pero que desde que la despidieron de ese lugar ha tenido que ocuparse de varias actividades para sobrevivir, “me puse a elaborar pulseras artesanales, a lavar carros, y ahora a la pepena de la basura que es lo que más me deja, a veces me gano de 120 a 200 pesos diarios, pero sobre todo, me encuentro cosas valiosas, ropa, muebles, y hasta para curarse uno; hace unos días, me encontré una mascarilla quirúrgica, y la verdad fue una bendición, ya que la necesitaba para atender la salud de mi niña Valentina que tiene problemas de bronconeumonía y con esa mascarilla, pues cuando se me enferma le pongo sus nebulizaciones y así se me ha salvado”.
14:00 horas.- Sonia en su recorrido de recolección de ese día, por varias calles y avenidas de la Colonia Jardín, se dirigió al sur de esa zona, hasta llegar a uno de los contenedores de basura, ubicado en la avenida Fray José Goytortúa, y encontró más alimentos.
– Aquí a veces está muy bien la pepena, porque los de Soriana tiran muchos alimentos; la semana pasada tiraron muchos kilos de jamón, y la verdad estaba bueno, no estaba caducado, y pues me sirvió para comer y darles a gente de los Jacales. Hoy me fue bien en este lugar, encontré varios frascos de alimentos de Gerber que tienen caducidad hasta el 2021, así que me sirven para el alimento de mis hijos.
15:10 horas.
Llegamos a su Colonia llamada los Jacales, lugar donde ella vive, ubicada al sur de la ciudad, a las faldas del Cerro, y con lo recolectado, junta la basura reciclable y prepara lo que comerá ese día: tostadas, una lata de atún, aguacates, ensalada de jitomate y cebolla.
– Hoy sí vamos a comer rico, hace mucho que no comíamos aguacate; pero ahora, hasta en ensalada lo comeremos. Nos comenta Sonia sonriendo.
Explica la joven madre, que en estos días de la pandemia del coronavirus, su situación ha sido sumamente difícil, dado que no cuenta con una fuente segura para su sustento, “en primer lugar para comer, hay días que no puedo salir porque llueve o porque no tengo con quien dejar a mis niños para que me los cuiden, un día mi niño se puso muy inquieto, porque no tenía siquiera una tortilla dura para alimentarlo, cocí unos frijoles que tenía y comimos juguito de frijoles nada más; yo tengo anemia y creo que mis hijos también, vivimos mal, no tenemos agua, luz, drenaje; y ya vienen los tiempos de frío y tengo miedo de que mi niña se me enferme porque esta delicada de sus pulmoncitos”, comenta triste.
Este drama de hambre y de las dificultades en que viven millones de mexicanos en estos momentos de la pandemia se replica en la mayor parte de la geografía del país. En estos días que se conmemoró El Día Mundial de la Alimentación, el INEGI, reporta que de los 34.7 millones de hogares que hay en el país, 16.2 millones han experimentado alguna dificultad para satisfacer sus necesidades alimentarias, una proporción verdaderamente alarmante, millones de mexicanos viven con hambre, sin saber si al día siguiente tendrán algo que llevarse a la boca.
Las tostadas de atún con aguacate fueron un manjar para esta joven mujer y sus pequeños hijos que comieron apresuradamente. La madre me siguió comentando de las dificultades que vive, del futuro incierto de ella y sus hijos. Valentinita se quedó dormida en los brazos de Sonia, se veía apacible, el sol le daba en su carita; soñando quizá de su futuro, lo que ella desearía de un mejor destino. Me retiré del lugar no quise importunar el sueño de la niña por temor.
Por temor de verla despierta de vuelta a su realidad; por temor a ver sus ojos de tristeza, sus tiernos ojos de tanta amargura, de tanta injusticia incomprensible en este mundo que les niega todo; que les ha robado sus sonrisas, sus anhelos, esperanzas: su vida.
Lo peor, es contar ahora con un gobierno, el llamado de la 4T, que ha dejado a su suerte a millones de mexicanos en medio de los más crueles efectos de la pandemia con casi un millón de contagiados y cerca de 90 mil muertos por el mal manejo de esta enfermedad. Con un gobierno que por sus malos manejos en materia económica mandó a la calle alrededor de 12 millones de mexicanos. Con un gobierno que ha sido insensible a los reclamos de millones de mexicanos que le pidieron un programa de apoyo alimentario para guardarse en casa y evitar los contagios del coronavirus, y que tuvieron que salir a la calle a buscar el sustento corriendo el riesgo contagiarse de coronavirus o morir. Esa es nuestra realidad, una realidad de desesperanza, de enfermedad y muerte, pero que nuestros gobernantes parece no importarles nada.
En nuestra entidad, el gobierno estatal que encabeza Juan Manuel Carreras López, anunció en su 5° Informe que ha entregado cientos de miles de despensas, pero a mis compañeros comerciantes ambulantes del Centro Histórico, que depositaron una solicitud hace más de 7 meses una despensa, no les han podido entregar una sola.
Por eso, hoy más que nunca, las banderas de lucha que está enarbolando el Movimiento Antorchista Nacional, son justas y legítimas: empleo para todos y bien renumerado; programa de apoyo alimentario, obras para colonias y comunidades marginadas en el país; y que la riqueza social, realmente se distribuya para los sectores sociales más vulnerables en México. Para todo eso, hace falta que los mexicanos nos unamos en un frente común, que luche por el poder político que saque al país de los agudos problemas que enfrenta.