Covid-19 paró el culto católico; templos, bajo nuevas reglas

En 1927 las iglesias del país fueron cerradas en protesta por la aplicación de la llamada Ley Calles, la cual limitaba y controlaba el culto católico, conflicto que derivó en la Guerra Cristera.

Ahora, 93 años después, volvieron a cerrar, pero no por una causa política, sino por la amenaza mortal del covid-19.

Como medida sanitaria, los templos cerraron sus puertas durante cuatro meses, desde el 23 de marzo cuando se decretó la Jornada Nacional de Sana Distancia y reabrieron en la llamada nueva normalidad.

Un primer intento de reapertura estaba previsto para el 20 de julio, sin embargo el semáforo epidemiológico, en el caso de la Ciudad de México, no lo permitió sino hasta el 26 de julio.

En esa fecha los templos reabrieron finalmente, pero privilegiando la sana distancia entre los asistentes a los actos religiosos, así como que, en la comunión, los sacerdotes dieran la hostia a los fieles en sus manos, algo inédito en la celebración de una misa.

Se ordenó colocar gel a la entrada de los templos, hacer sólo una reverencia para el saludo de paz y no superar el 20% de la capacidad del recinto.

Tanto la Arquidiócesis Primada de México como la Conferencia del Episcopado mexicanos (CEM) recomendaron que las personas en población de riesgo evitaran acudir a los templos y seguir la transmisión de las misas desde casa por las plataformas digitales o la televisión.

Incluso, algunos sepelios fueron transmitidos por Facebook para que amigos y conocidos participaran virtualmente en los funerales.