Descaro y coincidencia

Potosino de nacimiento, cabeño por adopción y arquitecto de por vida. Pienso que la participación en la sociedad es un compromiso y las letras son una oportunidad

Por todos es bien padecida la corrupción desde hace años, en lo que nunca se nos entrenó es en el descaro, desfachatez, impudor o atrevimiento con el que el maestro de ceremonias del circo aborda el asunto. El cinismo se le sale por los poros como si fuera un orgullo a presumirse. Su expresión facial lo delata. Mueca sin cubrebocas que nos tenemos que tragar sin necesidad de consultas populares. Un legendario Super Mario Bros que ya paso a otro nivel, uno ofensivo e irrespetuoso pasando por encima de cualquier dolor humano. Viva el amor al prójimo.
El cáncer infantil, entre otras muchas cosas como el grito del dolor femenino y la ineficiente respuesta contra la pandemia, son algunas de las causas que nunca reconocerá y que tan pausadamente como su capacidad de oratoria lo está consumiendo. Y si a esto le suman la sensación de fracaso, -que si no lo padece estaríamos abordando un tema clínico- asumiendo que no ha podido ofrecer a sus seguidores más que símbolos en forma de avión, de águila en el escudo, de desinforme o zócalo vacío en la ceremonia del grito.
En su derecho de réplica ante los reclamos, se sumerge en la más básicas de sus defensas como es el caso del videopio, cuestionando a sus críticos sobre el origen sus fondos y argumentando que su caso fue un tema de aportaciones del pueblo bueno, ese mismo que ahora les da la espalda. Si Leona Vicario lo hizo no hay motivo para no volverlo hacer, caigamos en oración con esa cita. Las respuestas ante los críticos y los medios son un atajo sin pavimentar. Solo le falta decirles que su papa es bombero y los moja.
Pongo en la mesa a Abraham Maslow (1908-1970) en su libro Motivación y Personalidad:
“En aquellos países en los que se suprimía el acceso a las noticias, a la información y a los hechos, y en aquellos otros en los que los hechos evidentes contradecían profundamente las teorías oficiales, al menos algunas personas reaccionaban con un cinismo generalizado, con desconfianza hacia todos los valores, con suspicacia incluso ante lo evidente, con una profunda ruptura de las relaciones interpersonales corrientes, con desesperanza, pérdida de moral”.
El ciclo de los treinta y tres años ha sido un tema tocado por muchos en dos vertientes: por un lado, la versión astrológica que se refiere a que cada treinta y tres años el sol se encuentra en el mismo día y el mismo minuto de longitud. Además, hay otro dato: los calendarios lunisolares son aquellos que miden el tiempo en base a los movimientos del Sol y de la Luna. Los meses comprenden el tiempo entre una Luna llena y la siguiente, que es de aproximadamente 29,5 días. Por eso, los son, alternativamente, de 29 y 30 días. Esto da como resultado que un año tenga unos 11 días extra en comparación a los calendarios solares. Esto es: a tres años lunares le faltan 33 días para igualar los tres años solares.
Por otro lado coincidencias como: Cristo y Alejandro Magno mueren a los treinta y tres años; El hinduismo cuenta con 33 mil dioses; los musulmanes disponen de 33 perlas para orar; los 33 cantos de Dante donde camina al purgatorio; los 33 grados de la Francmasonería; los 33 dioses atmosféricos de los libros de Zen y como estas, un variado surtido de coincidencias En países como Turquía y Persia existe la creencia que los 33 años serán felices o desgraciados ¿podemos elegir? .
Una coincidencia más: el libro citado de Abraham Maslow se publicó en 1954 al 2020 son dos ciclos de 33 años. Tranquilos, no se pongan nerviosos. Hay que reconocer que hoy estamos mejor que el año entrante y como lo veo, viene con cubrebocas.

@barrerArq