«Mussolini es el arquetipo de líderes populistas como Bolsonaro, Trump y Salvini»

  • Antonio Scurati (Nápoles, Italia, 1969) dice que la «iluminación» le vino mientras veía un video de archivo de Benito Mussolini. Que, mientras se estaba documentando para otro libro, vio al Duce arengar vehementemente a la gente que solía llenar la plaza Venecia de Roma.

Que se acuerda claramente de que, viendo a Mussolini dando uno de sus típicos discursos, tuvo un momento de exaltación: «¡Pero si esto no lo contó nunca nadie!».
«Quiero decir», explica Scurati en conversación «que hay una extensa literatura académica, historiográfica y ensayística sobre Mussolini y el fascismo. Pero nadie escribió una novela sobre Mussolini». En 2018, unos 4 años después de esa «iluminación» -y de miles y miles de documentos, libros, recortes de diarios, archivos consultados-, vio la luz «M. Il figlio del secolo» («M. El hijo del siglo», en castellano), una monumental novela en la que Mussolini es el protagonista.
Su autor la define como una «novela documental», ya que, como reza la advertencia al principio del libro, «todos los hechos, los personajes, los acontecimientos, los diálogos no son inventados, sino históricamente documentados».
«Incluso sus pensamientos», asegura Scurati, que ocupan el primero y el último de los breves capítulos en los que están divididas sus 800 páginas, que constituyen el primer volumen de una trilogía sobre la vida del Duce.
La trilogía, una vez publicada, será transformada en el guion de una serie televisiva internacional dirigida por, adelanta Scurati, «un reconocido director de cine sudamericano que vivió en su país la tragedia de una dictadura».
La narración de «M. El hijo del siglo» empieza el 23 de marzo de 1919 con la fundación del movimiento Fasci di combattimento en Milán, y acaba el 3 de enero de 1925 cuando el Duce, ya presidente del gobierno italiano, asume delante del Parlamento «la responsabilidad política, moral e histórica» del asesinato del opositor socialista Giacomo Matteotti. Ese momento es el que muchos historiadores consideran como el inicio del régimen totalitario fascista.
Pero, ¿cómo se puede escribir una novela de la que todo el mundo conoce no solo el final sino incluso los acontecimientos intermedios?
«Ese era uno de los desafíos de este proyecto», cuenta Scurati. «Por esta razón, estructuré la novela sumergiendo al lector en el flujo de los acontecimientos mientras ocurrían. Como si la historia hubiese podido ir en otras direcciones y no se supiera lo que pasó después».
«Quería captar los hechos desde la perspectiva de los que los vivieron», añade el escritor italiano, «y no desde la del historiador que lo mira todo desde arriba, como un pequeño dios que juzga los hechos desde la distancia».
«Los hombres que vivieron esa época en muchos casos no entendían lo que estaba pasando, eran ciegos. Y quería que el lector tuviese esa misma sensación».
Esto, según él, constituye una de las razones del éxito de este libro, que en Italia ha vendido más de 300.000 copias y que acaba de ser publicado en castellano por la editorial Alfaguara.
La novela se conforma como una crónica minuciosa – y, al mismo tiempo, de lectura fácil, gracias a un estilo directo y dinámico, aunque con algunas caídas de tono estilístico- del agitado clima social, político y económico que se vivía en Italia en esos años.
Resalta en sus páginas la mezcla de oportunismo, inteligencia, cinismo, energía -sexual y política- y falta de escrúpulos que caracteriza al Duce.
Un personaje, asegura Scurati, cuyo conocimiento sigue siendo indispensable para entender lo que ocurre hoy en día.
¿Por qué considera a Mussolini como «El» hijo del siglo XX?
Por un lado, porque quería aclarar que él no es el padre del siglo XX, sino un producto de esa época. Y también para subrayar que él fue el hijo favorito del siglo XX.

¿Por qué el preferido?
En el sentido de que él no es un alienígena llegado de Marte o un bufón, un loco o un demonio. ¡No! A través de él, el siglo pasado mostró de manera poderosa su vocación, que acabará en una gran tragedia política.
No es casualidad que el fascismo sea una de las últimas grandes invenciones de Italia que se difunden en el mundo. El fascismo influencia la historia y los protagonistas del siglo XX, empezando por Hitler y el nazismo y siguiendo con otros modelos políticos, tanto europeos como latinoamericanos.
No hay que olvidar que Perón, en su primera etapa política, idolatraba a Mussolini. Consumía compulsivamente los videos en los que aparecía Mussolini y consideraba el fascismo como el antecesor de esa tercera vía entre capitalismo y comunismo que él buscaba.
Sin ninguna duda. Yo defino la forma de violencia del fascismo como hiperviolencia, que tiene sus raíces en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Es decir, una violencia que ya no era a escala humana, sino que todos eran víctimas, incluso quienes la practicaban sobre otros hombres. Y Mussolini, al principio de su aventura política, sabía que podría contar con dos armas para conseguir sus objetivos.
Una era el diario que dirigía, el «Popolo d’Italia.» Él era un periodista brillante quien inventa una manera nueva de hacer propaganda.
¿Y la otra?
La otra eran los grupos de fascistas violentos, a quienes los unía la experiencia de la Primera Guerra Mundial. Eran todos unos profesionales de la violencia. El fascismo es el primer movimiento político que se dota de una milicia paramilitar, que coincide exactamente con sus adeptos.
El problema es cuando esta violencia minoritaria y casi profesional llega al poder y se convierte en objeto de deseo político.