San Alejo, el santo que se convirtió en leyenda

Este santo está rodeado de leyenda, y su historia evoca verdadera fe, amor y sobre todo humildad, San Alek era hijo de un senador romano, rodeado de una vida cómoda y llena de lujos; sin embargo, a los 20 años de Edad se dio cuenta que dichos privilegios solo eran un peligro para su alma, así que huyó de su casa en Roma, para ir a Edesa, Siria y ahí, servir a Dios con disfraz de mendigo.
Durante 17 años de su vida, este hombre santo se dedicó a mendigar para ayudar y vivir, orar y cumplir penitencia, pero luego de tiempo descubrieron que pertenecía a una familia Romana con dinero, y con temor de que lo veneraran por ese motivo volvió a casa de sus padres donde vivió en secreto cómo criado, eligiendo como dormitorio el espacio bajo la escalera, aceptando con humildad todo lo que se le daba y ofreciéndolo a los pecadores.
Tras muchos años y al filo de la muerte, dio a conocer a sus padres ya ancianos que era él su hijo, pero que había elegido vivir cómo mendigo para hacer penitencia, fue así como llorando y abrazándolo, los padres lo acompañaron en su muerte.
Esta asombrosa historia llegó a los oídos del obispo de aquel tiempo, quien al enterarse pidió la exhumación de su cadáver, pero ya era demasiado tarde pues solo hallaron andrajos y jamás el cuerpo, de aquel mendigo santo, de ahí que su fama se extendiera rápidamente.
San Alejo, fue nombrado un poco antes del siglo IX en Grecia, pero al comienzo no tenía nombre, pues quien escribió su primera biografía, quien la hizo de manera anónima no conocía su verdadera identidad, así que lo llamó “el hombre de Dios”, los datos que existen de su paso en la existencia lo sitúan en el siglo IV, vivió en la época del obispo Rábula y falleció en el 436.