El pueblo ancestral de Colombia que lucha contra el cambio climático

Luis Guillermo es un mamo, un líder espiritual de los indígenas arhuacos en Colombia, asentados en los alrededores de la Sierra Nevada de Santa Marta, en la costa norte del país. Mientras caminamos, la música de una flauta que fluye en medio del bosque nos guía hacia Pozo de Yaya, una piscina natural sagrada que sirve como lugar de rituales de limpieza.
Luis Guillermo tiene una cabellera espesa y lleva un gorro blanco tejido de forma cónica, que usa como reverencia a los sagrados picos nevados de la sierra. Viste pantalones gruesos, blancos como la nieve, y una frazada hecha de fibra de maguey atada con una correa en su cintura.
«Queremos que los hermanos menores sepan más sobre nuestra cultura. De esa manera podemos evitar que destruyan el mundo», dice, refiriéndose al mundo moderno más allá de las montañas. Los Arhuaco, junto a sus vecinos los Kogi y los Wiwa, son uno de los tres pueblos cuyos ancestros estaban conectados a la antigua y avanzada civilización Tayrona.
Durante el siglo XVI fueron brutalmente subyugados por los conquistadores españoles y los sobrevivientes se retiraron hacia la Sierra Nevada de Santa Marta. Esta zona es la cadena montañosa a orillas del mar más alta del mundo. En ella se pueden encontrar todos los ecosistemas climáticos de Colombia, desde los humedales costeros y la selva ecuatorial, hasta la tundra alpina y los picos glaciares.
En 1979 fue declarada por la Unesco como Reserva de la Biosfera de la Humanidad. En 2013, la revista Science la nombró la reserva natural «más irremplazable» del mundo. Los Arhuaco, los Kogi y los Wiwa suman en total una población de 90.000 habitantes de la sierra, según datos de la organización sin ánimo de lucro Cultural Survival.
En defensa del planeta
Los mamos se consideran poseedores de una sabiduría mística única. Luis Guillermo, al igual que los demás mamos, pasó toda su juventud en un intenso entrenamiento espiritual.
Según sus creencias, los mamos son elegidos por un destino divino. Durante 18 años, desde su nacimiento hasta su adultez, son confinados en ambientes oscuros cerca de la cumbre de la sierra. Les inculcan los valores sociales hasta que logran dominar una conciencia cósmica, que ellos consideran que les permite comunicarse con el planeta de manera directa.
«Aprenden a trabajar como parteras de espíritus ocultos para mantener el equilibrio de la vida», explica Alan Ereira, documentalista y fundador de la ONG Tairona Heritage Trust. «Los pensamientos de nuestros antepasados están incrustados en cada roca y en cualquier otro elemento con el que los humanos tienen contacto», dice Luis Guillermo, quien se aferra a la creencia arhuaca de que existimos en un universo donde todas las cosas materiales tienen vida y conciencia.
Dejar el aislamiento
Estos pueblos viven en medio de una jungla casi inaccesible. Durante cinco siglos vivieron aislados casi por completo, protegiendo firmemente su territorio contra cualquier intrusión. A pesar de este aislamiento, su conciencia y cosmovisión les impone la responsabilidad de mantener la armonía de la naturaleza y el universo en nombre de toda la humanidad.
En las últimas décadas, los arhuacos quedaron atrapados en el fuego cruzado entre el ejército colombiano, las guerrillas de las FARC y los paramilitares. Hace unos 30 años, los pueblos indígenas de la Sierra se dieron cuenta de que sus picos nevados se estaban derritiendo. Los páramos se estaban secando. Los anfibios y las mariposas estaban desapareciendo.
En 1987, preocupados porque el cambio climático estaba afectando el cosmos, establecieron la Organización Indígena Gonawindúa Tayrona para representar a los mamos a nivel gubernamental. Los Kogi eran el grupo más tradicional y retirado y, según Ereira, temían que su trabajo de cuidar el mundo se viera afectado por el contacto con el exterior.
Pero en 1990 sus mamos decidieron que sin un cambio drástico todo se perdería, por lo que convencieron a su gente de que tenían que hacer un llamado público. Así fue como invitaron a Ereira a filmar el documental «Desde el corazón del mundo: la advertencia de los Hermanos mayores».