La ciudad y sus pandemias

Potosino de nacimiento, cabeño por adopción y arquitecto de por vida. Pienso que la participación en la sociedad es un compromiso y las letras son una oportunidad

La calle, no solo la mía, ya no será la misma. Eso me queda claro. Los cambios ocasionados por este virus que decidió integrarse en la tan nombrada globalización son obligatorios en cuanto a la incorporación de nuevos hábitos en los habitantes.
Tenemos que entender que cada vez estamos más entrelazados con las diferentes culturas de todo el mundo y por lo tanto el encararnos con pandemias o epidemias será más frecuente sin intenciones de sonar alarmista. Todo esto implica, además de extrañar las rutinas ya aprendidas, generar cambios físicos en la planeación y el diseño urbano de las ciudades partiendo de nuevos hábitos y también a crear propuestas de arquitectura más convenientes. Muchos de esos nuevos hábitos llegaron para quedarse independientemente que salgan a la luz la o las vacunas necesarias.
En el análisis de la ciudad, pienso, hay que sumar dos vertientes desde su concepto: el distanciamiento social por un lado (proxémica: disciplina que estudia la relación espacial entre personas como manifestación social y significante. Se entiende también como el uso que se hace del espacio personal, es decir, el espacio que rodea nuestro cuerpo) y por el otro el aislamiento. Dos caras ineludibles de toda pandemia con diferente respuesta, pero con un punto en común: la salud.
Los cambios medulares tendrán que ser normativos y deberá cocinarse el nuevo escenario de la ciudad desde las trincheras municipales relativo a la actualización de las zonificaciones para regular las áreas en cuanto a su densidad de población permitida y en consecuencia, las de construcción y las alturas máximas de las edificaciones. La tendencia de las ciudades verticales con el objeto de hacer construcciones menos invasivas al suelo -aspecto ignorado por muchos desarrolladores con intenciones inmobiliarias más que sustentables- se contrapone ahora con el de evitar la aglomeración de las personas. Debemos poner especial atención a espacios intermedios o de transición como son las paradas de transporte público; los anchos de las banquetas; la implementación -no improvisación- de ciclovías no solo para reducir el uso del transporte público en lo posible, también para motivar la práctica con fines de esparcimiento; cuidar el aforo en las plazas, los parques y jardines, entre otras.
Se cocinan en parrilla aparte los giros y actividades que dependen precisamente de las aglomeraciones como los cines (la revancha de los auto cinemas), teatros, mercados, tiendas de autoservicio, las ferias o fiestas patronales, etc. Así o más complicado.
Como resultante opuesta están las acciones ya invitadas a nuestras rutinas: el auge natural de servicios mediante las plataformas digitales ofreciendo, además de lo necesario y frecuente como son las compras en línea y servicio de alimentos a domicilio, también todo tipo de eventos; soporte al empresario en sus diferentes tamaños facilitando en video llamada las reuniones de trabajo además de cursos, diplomados y conferencias; trámites gubernamentales vía internet; visitas guiadas a los museos. Todo este menú acomodándose en nosotros como nuevo hábito y repito, con pandemia o sin ella. En contra: un ciudadano cada vez más sedentario.
La tendencia de que las ciudades deberían de crecer a base de “nodos” o barrios hay que tomarla más en serio. Hay países que empiezan a manifestarse, a manera de croquis, en este aspecto como “ciudades de quince minutos”, esto es que en un periodo de desplazamiento corto tengas todos los servicios de consumo, escolares, administrativos y de esparcimiento necesarios. Planteamiento que tiene enormes beneficios en términos de sustentabilidad además que en el tema en el que hoy estamos padeciendo, reduce considerablemente el desplazamiento horizontal de las personas y en consecuencia se evita la propagación de las epidemias facilitando, en tiempos de padecimiento, los cercos sanitarios. Individuos de comunidad antes que habitante de la ciudad.
Abordando el aislamiento, los arquitectos tenemos la obligación de sugerir al cliente ciertas medidas y no dejar estas a la improvisación futura como son: doble puerta de acceso que funcione como filtro y área de transición; integrar en algún closet de entrada un lavabo; proponer en las viviendas, como antes, un estudio, despacho o escritorio, con la finalidad de solucionar lo más adecuadamente los entornos de home office -que algunas empresas lo están considerando como permanente y bajar costos indirectos-. Proponer soluciones efectivas pero sutiles para los tiempos sanos. El análisis nace de las actuales experiencias en el aislamiento y el distanciamiento social. Nuevos hábitos y una arquitectura renovada obligadamente.
“La arquitectura es el testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad, sus intenciones…”
Octavio Paz

@barrerArq