Elke Van Hook: el confinamiento es «el mayor experimento psicológico de la historia»

Pasada la mitad de junio, la enfermedad covid-19 ya había registrado más 9 millones de casos confirmados y matado a al menos 470.000 personas. Algunos países de Europa y Asia comenzaron a relajar sus medidas de confinamiento, pero en América Latina muchos continúan con restricciones severas.
Esos largos meses de encierro pueden llevar a consecuencias psicológicas en gran parte de la población. Según Elke Van Hook, profesora en Psicología de la Salud de la Universidad de Vrije en Bruselas y especialista en estrés y trauma, estamos ante el «mayor experimento psicológico de la historia» La falta de atención de las autoridades a la asistencia psicológica durante la pandemia hará que el mundo pague el precio, afirma la doctora Elke Van Hook.
¿Qué puede enseñarnos la pandemia sobre cómo las personas responden a la adversidad?
Primero que tenemos resiliencia, es decir que la mayoría de nosotros podemos reinventarnos y recrear nuestra vida lo mejor posible durante la cuarentena. Tenemos la fortaleza para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, sin importar en la difícil situación en la que nos encontremos. Así que espero que el mensaje de esperanza llegue.
Segundo, que contamos con habilidades y capacitación para hacerlo aún mejor, porque la resiliencia es algo en lo que podemos capacitar a las personas.
Podríamos haber estado mejor preparados si hubiéramos abordado la importancia de la recuperación de la salud mental antes del covid-19.
Desafortunadamente no veo que la salud mental se haya vuelto un tema más importante en los meses que hemos estado en la pandemia. Y creo que sin duda es algo que nos perdemos, porque existe la posibilidad de que esto vuelva a suceder.
Tercero, quiero enfatizar que esto no es aplicable a las personas que sufren la morbilidad (proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado). Esto puede ser un obstáculo para la salud mental de quienes han enfrentado la enfermedad en las unidades de cuidados intensivos, ya sea quienes sufrieron de covid-19 o si tuvieron un familiar enfermo o las personas en la atención médica, en general.
Allí vemos que hay un gran nivel de estrés tóxico que debemos abordar y que necesitamos monitorear. También prevemos que haya en esa población una respuesta tardía de tres a seis meses después del final de la pandemia.
¿Por qué afirma que la cuarentena es el mayor experimento psicológico de la historia?
Porque no sabemos cómo responderán las personas. Previamente pusimos a personas encerradas con el brote del ébola, pero eso fue algo local, en una escala menor y solo en algunos países. Ahora tenemos compañías que tuvieron que cerrar y un tercio del mundo confinado. Entonces no tenemos ningún modelo, no sabemos qué va a pasar. Y eso para mí eso es la definición de un experimento.
¿Cuáles serán las consecuencias psicológicas?
Poner a las personas en cuarentena tiene posibles consecuencias mentales. Las primeras pueden ser la sensación de estar abrumado, no poder hacer frente (a las obligaciones), tener problemas para dormir, volverse más irritable…
Si tienes una estructura familiar, entonces no estás solo. Pero si no la tienes, todo se torna bastante solitario. Muchas personas han estado o están en cuarentena más de dos meses, con solo el contacto social de ir al supermercado o conectarse en línea en una reunión o encuentro social. Así que los sentimientos de soledad han aumentado mucho.
Al mismo tiempo, cuando nos golpea una pandemia de tal magnitud, también tendemos a ser más solidarios y a tener un mayor sentimiento de cohesión social porque todos sentimos lo mismo. Hay malas consecuencias, pero también hay algunas esperanzadoras.
¿Puede que ciertas personas encerradas por la cuarentena desarrollen desórdenes postraumáticos como los que se pueden observar tras una guerra?
Sí. Si miramos las encuestas que existen ahora, vemos que el estrés tóxico es abrumador, se eleva entre un 40% y un 50% de la población, y eso es mucho.
Sin embargo, creemos que solo un pequeño porcentaje de ese nivel de aumento se convertirá en un trastorno de estrés postraumático, aproximadamente del 5 al 10%.
Y hay ciertos grupos de riesgo que podemos identificar. Los más obvios son las personas que trabajan en el cuidado de la salud porque están en la primera línea de las zonas de guerra. También están los que tienen familiares que se vieron afectados o que murieron debido al covid-19.
Y luego las mujeres con niños pequeños, los jóvenes, y adultos jóvenes porque ya no pueden soportar el encierro debido a las severas restricciones. Por lo tanto, hay una serie de grupos de alto riesgo que se pueden identificar. Pero los números aún no están claros y solo lo sabremos con certeza dentro de un año, creo.