La familia del afrodescendiente George Floyd, asesinado hace dos semanas por un policía estadounidense, vuelve a pedir justicia en su funeral.
El funeral de Floyd, marcado por encendidos discursos, se celebró el martes en la ciudad de Houston, en el estado de Texas (sur), donde creció este hombre de 46 años, cuya muerte a manos de un agente blanco de la policía de Mineápolis (estado de Minesota, norte) provocó multitudinarias manifestaciones de protesta en todo el país.
“Por favor, no más crímenes de odio”, dijo su sobrina, Brooke Williams, insistiendo en un breve discurso en que “mientras respire habrá justicia”. También lamentó la indiferencia de las policías que estaban presentes cuando ocurría el asesinato de Floyd.
“Ninguno de los agentes mostraron remordimiento alguno viendo cómo el alma de mi tío abandonaba su cuerpo. Rogó y rogó por su vida muchas veces, pero tú apretaste aún más”, afirmó, refiriéndose al agente que le pisó el cuello con la rodilla, Derek Chauvin. “¿Por qué tiene que estar el sistema tan corrompido?”, agregó. Además, en un claro guiño al lema de la campaña electoral del presidente norteamericano, Donald Trump, cuestionó si “acaso fue Estados Unidos grande alguna vez”.
El asesinato de Floyd ha reavivado la ira en EE.UU. por la muerte de gente de raza negra a manos de la Policía y ha reabierto heridas profundas por la desigualdad racial en todo el país. Las marchas contra el racismo y la brutalidad policial, desencadenadas por este homicidio, siguen adelante pese a la represión ejercida por el Gobierno de Washington. Las manifestaciones se han extendido además a todos los continentes.
El inquilino de la Casa Blanca, conocido por su racismo, ha avivado, a su vez, la llama de las protestas con sus amenazas de dar la orden de disparar y sus insultos a los manifestantes, a los que tacha de “matones” y exabruptos del estilo.