¿Qué es la «paradoja de Minnesota»?

Tras la muerte del afroestadounidense George Floyd mientras estaba bajo custodia policial, las calles de Minneapolis y de otras ciudades de Estados Unidos se han convertido en el escenario de protestas y violentos disturbios.
La furia, que se ha expandido a más de 30 ciudades estadounidenses y ha llevado a las autoridades de varias de ellas a decretar toques de queda, se desató después de la difusión de un video en el que se ve al hombre de 46 años en el piso con dificultades para respirar mientras un policía blanco le presiona el cuello con la rodilla.
Floyd intenta pedir ayuda y grita en varias ocasiones «no puedo respirar». Posteriormente, el hombre aparece inmóvil en las imágenes, antes de ser puesto en una camilla y trasladado en una ambulancia.
Derek Chauvin, el policía que aparece en la imagen, fue arrestado y acusado de homicidio en tercer grado el viernes por su presunta responsabilidad en la muerte de la víctima.
Otros tres agentes del Departamento de Policía de Minneapolis (MPD) fueron despedidos. El FBI se sumó a la investigación de los hechos Los manifestantes denuncian que la muerte de Floyd es un acto de brutalidad policial que pone en evidencia la discriminación racial en una ciudad que, al compararla con otras metrópolis de EE.UU., tiene un mejor estándar de vida.
Eso es lo que se conoce como la «paradoja de Minnesota»: un lugar que en la superficie parece próspero y tranquilo, pero que esconde profundas diferencias raciales.
«Una ciudad racialmente segregada»
El incidente que detonó las manifestaciones «es una metáfora de una ciudad racialmente segregada», dice Myron Orfield, profesor de Derechos y Libertades Civiles de la Universidad de Minnesota. Minneapolis, explica, es una ciudad considerada como «progresista» en términos políticos, pero que al mismo tiempo alberga una «severa discriminación racial».
«No es una ciudad de derecha, los blancos aquí son bastante progresistas. No tenemos figuras al estilo de Donald Trump en la escena política local», explica.
«Las élites están dominadas por grupos de personas decentes, muy liberales políticamente, aquí no está el Ku Klux Klan», apunta.
De acuerdo a sus investigaciones, el origen de la discriminación racial proviene más bien de una visión paternalista y de una serie errores en las políticas de desarrollo de los barrios y las escuelas que han abierto profundas divisiones territoriales.
«Esto ha sido un desastre. La segregación de los barrios ha provocado discriminación racial», señala, criticando duramente el emplazamiento de viviendas sociales exclusivamente en barrios pobres y la creación de escuelas que no integran a los distintos grupos sociales.
«Vivimos en un país más segregado en la actualidad que en la época de Martin Luther King», dice Orfield, un fenómeno que está presente en ciudades como Detroit, Chicago o Nueva York.
El profesor argumenta que los problemas de segregación racial mejoraron en el país durante unas décadas, hasta que hacia fines de los años 90 comenzó a tomar fuerza la idea de que las medidas de integración eran inconstitucionales.
Y lo que ocurre actualmente en las grandes ciudades, señala, es que hay policías blancos que viven en un mundo distinto al de las personas más pobres, lo que no les permite entender las circunstancias desesperadas en las que muchas personas deben sobrevivir.