La gripe olvidada que mató a más de 1 millón de personas hace medio siglo

La humanidad se ha enfrentado a plagas y pandemias de enfermedades desde hace millones de años. La peste negra, la llamada gripe española o la viruela dejaron a su paso millones de muertos en el mundo en distintas épocas de la historia. Se recuerda con horror las secuelas de la epidemia de poliomielitis, que se ensañó especialmente con los niños hasta que se encontró una vacuna.
Todas causaron estragos en la población y acabaron impulsando avances médicos y mejoras en los sistemas de salud pública. Todas causaron también enormes desafíos sociales y económicos en su tiempo. Sucedió entonces y volverá a suceder ahora con el nuevo coronavirus, que según las cifras oficiales, ya ha matado a más personas en el continente americano que en Europa o en China, donde se originó el brote.
Pero mientras los libros recuerdan algunas de esta epidemias, otras cayeron en el olvido. Es lo que sucedió con una gripe catastrófica en 1968. En septiembre de ese año se extendió por Estados Unidos una agresivo patógeno que acabaría por pasar a la historia como la pandemia de gripe de Hong Kong, por el sitio en el que se localizó el primer caso.
De hecho, la de Hong Kong es una de los 3 brotes mundiales pandémicos de influenza de la gripe que ocurrieron el siglo pasado: la «española» en 1918, la conocida como gripe asiática de 1957 y ésta que comenzó en 1968.
Una extensa catástrofe
Sin ir más lejos, Nueva York decretó el estado de emergencia. Alrededor del mundo, Berlín se vio obligada a almacenar los cadáveres en túneles del metro. Los enfermos desbordaron los hospitales de Londres, donde al menos el 20% de sus enfermeras se contagiaron, cuenta el diario The Telegraph. En algunas áreas de Francia, el virus dejó a la mitad de la fuerza laboral postrada en cama, y en menos de dos años registró 30.000 muertos por el H3N2.
Los mismos que el Reino Unido, mientras que las dos estados que entonces formaban Alemania sumaron 60.000 bajas. En total, entre 1968 y 1969, fallecieron por causas relacionadas con la gripe de Hong Kong un millón de personas a nivel global. Solo en Estados Unidos, la cifra superó las 100.000 personas, una proporción tres o cuatro veces el promedio anual de muertes por gripe desde 2010, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
Un virus que muta
«Treinta y siete años después, el subtipo H3N2 sigue reinando como el virus de la influenza A más importante y más problemático en humanos», dijo el investigador Edwin D. Kilbourne en su trabajo «Influenza Pandemics of the 20th Century» publicado en 2006. La evidencia sugiere que las verdaderas pandemias surgen del reordenamiento genético con los virus de la influenza A animal. Y es precisamente por eso, su capacidad de mutar, lo que hizo que al H3N2 inmune a las vacunas existentes en ese momento. La clave de su agresividad reside en ese cambio de patrón.
¿Qué podemos aprender?
La respuesta a la gripe de Hong Kong y la del nuevo coronavirus ha sido similar en muchos aspectos. Pero aunque en 1968 también se impuso la distancia social, el lavado de manos y se evitó el transporte público, las ciudades no se pusieron en cuarentena y la gente fue a trabajar. Los colegios permanecieron abiertos, las competiciones deportivas siguieron su curso y la economía continuó creciendo aunque a un ritmo más lento.
Segunda oleada
Pero la inmunidad de grupo no llegó y la segunda oleada fue más fuerte. «La gripe de Hong Kong tuvo una primera onda muy suave en el invierno de 1968-1969, pero posiblemente mutó y produjo una segunda onda que, en Europa, ocurrió en diciembre de 1969», dice Erkoreka.
Esta fue muy agresiva y tuvo un amplio reflejo en los medios de comunicación de la época, aunque se olvidó muy pronto. El historiador cree que, al igual que entonces, el menosprecio de los gobiernos a la nueva pandemia de coronavirus es lo que ha provocado su expansión.
«Las autoridades y muchos epidemiólogos han fallado en España y en Europa porque no han aprendido de las grandes epidemias del pasado», dice. «Deberían de tener claro, que cuanto antes de aborden y se tomen medidas, menor es el daño que producen».