Todos somos sospechosos

  • El Covid-2 es transportado precisamente por las personas de todas las edades

Como en una novela de terror y en un escenario que al parecer ninguna película ha recreado, en México todos somos sospechosos de contagiar el coronavirus; según han dicho las autoridades sanitarias de nuestro país el virus se adhiere a las superficies de todo tipo.

Pero este virus el Covid-2 es transportado precisamente por las personas de todas las edades y lo esparcen a través de la humedad del aliento o del habla, o en el peor de los casos a través de estornudos y otro tipo de flujos respiratorios del cuerpo humano.

Es por ello que todos los seres humanos somos sospechosos de portar y contagiar este virus que tiene una supervivencia al ser diseminado en alguna superficie ya sea metálica, plástica, textil, no sólo de horas sino inclusive de días se le calcula que su vida fuera del cuerpo puede ser de manera autónoma hasta por nueve días.

Dadas las características de este virus que es sumamente pequeño, puede flotar en el aire y fácilmente desplazrse hasta adherirse a alguna superficie, especialmente mucosas o humedad de los ojos.

Esto nos convierte a todos los seres humanos en posibles portadores y diseminadores de este virus por lo tanto todos somos sospechosos y todos debemos de sospechar de los demás porque podrían contagiarnos este letal virus para el cual no existe hasta el día de hoy una vacuna ni un medicamento específico.

Todo esto pudo haberse evitado si las autoridades sanitarias hubieran establecido desde el mes de enero un cerco sanitario en el país para evitar el contagio de persona a persona.

Pero el propio Presidente de la República reiteradamente puso en duda lo letal y rápido contagio de este virus llegando a exagerar en besos y abrazos hacia la población.

Andrés Manuel López Obrador llegó a declarar públicamente que los mexicanos no nos iba a pasar nada, ya que habíamos logrado sobrevivir a terremotos, inundaciones y a otras calamidades y que esta epidemia no nos iba a hacer nada.

Pero cuando empezaron a enfermarse por decenas de miles y a morir por miles en países del llamado tercer mundo como los Estados Unidos de Norteamérica en donde como en la edad media han construido fosas comunes en donde son sepultados los cadáveres sin mayor ceremonia simplemente “empaquetados” en bolsas de hule y cajas de cartón colocados uno tras otro y luego cubiertos con cal y asfalto y posteriormente tierra.

Estas escenas se pueden ver como está sucediendo en Nueva York.

Pero en el Ecuador con el tiempo de la peste en la edad media los cuerpos los dejan tirados en la calle solamente cubiertos con cal.
En Italia son caravanas de carrozas resguardadas por los carabinieri para que no se acerquen los familiares; en esa rústica soledad son sepultados en el anonimato los muertos por el contagio del coronavirus.

En España, el Irán, en Austria, y otros países sudamericanos se viven escenas parecidas.

Sólo entonces el señor Presidente de la República ha ordenado que se consiga equipo que México no tiene, a pesar de que el propio presidente reiteradamente declaró que estábamos perfectamente bien preparados para una epidemia y resulta que en el país no hay lo más elemental para atender este problema de salud.

Ya que el sector salud en México no cuenta con los suficientes guantes, cubrebocas, trajes, caretas y todo lo indispensable para proteger a los trabajadores de la salud.

Además no hay aparatos para ventilación mecánica ni aparatos para monitoreo. El día de hoy se están comprando desesperadamente al precio que sea en el mercado internacional y solamente hasta este día se han conseguido 10,000 respiradores y 10,000 aparatos para monitoreo.