La reconstrucción del país

El país quedará devastado en todos sus órdenes por la pandemia

México hoy enfrenta una auténtica guerra sin armas convencionales, es más, no tenemos armas suficientes para luchar contra el enemigo que hoy devasta a nuestro país.
Después de que pase esto que románticamente llaman “crisis”, el país quedará devastado en todos sus órdenes: económico, de salud, de integración social, aumentará la franja de pobres, repercutirá en el ámbito político, habrá desconfianza en los inversionistas, la delincuencia se incrementará y reconstruir a nuestro país se llevará tal vez varios, o muchos años.
El señor Presidente de la República planteó en su conferencia en Palacio Nacional que la pandemia y la crisis de salud que caen sobre México “nos vino como anillo al dedo para afianzar el propósito de la cuarta transformación”.
Esta declaración llenó a muchos de asombro ya que los encargados del sector salud hablan de posibles cientos de muertos por esta pandemia en el país. Seguramente estas muertes no “caerán como anillo al dedo” a los miles de huérfanos y a los cientos de viudas que queden en desamparo.
La verdad es que es muy difícil comprender cómo con una epidemia que está causando angustia, dolor y pérdidas económicas a la sociedad podemos afianzar el propósito de la cuarta transformación.
Para este día muchas decenas de miles de trabajadores se han quedado sin trabajo y en el mejor de los casos recibirán una parte de su sueldo por la convocatoria del sector salud de cerrar la industria, el comercio y los servicios para evitar contagios.
Nunca habíamos oído a un jefe de Estado, en el mundo, decir que una desgracia de esa magnitud que trae muertos, enfermos, desempleados, desgracias familiares por la pérdida de seres queridos y quiebre de empresas venía bien a un proyecto político. Como anillo al dedo para afianzar sus propósitos.
Desde que comenzó el apremio por la inminente llegada del coronavirus a México, el Presidente minimizó el tema a pesar de que en otros países las personas morían por miles.
A pesar de que podíamos ver en los noticieros de televisión cientos de ataúdes tanto en Italia como en Brasil, en España, en Francia. Toda esta tragedia en otros países nos sobrecogía a los mexicanos porque sabíamos que el virus covid-19 podría atacar a México y no estábamos preparados ni con medicamentos ni con instalaciones y mucho menos organizados como sociedad.
Mientras esto sucedía en otros países el Presidente de la República hacía bromas, recomendaba abrazos, salir a las calles a consumir, repartía besos, encabezaba mítines multitudinarios mientras el equipo de Salud federal advertía de los riesgos de la epidemia y de las providencias que era necesario tomar para no contagiarse ni contagiar.
En el país ha comenzado a morir personal médico del IMSS por el contacto con gente contagiada a la que hay que atender, y el Presidente no se conduele, sino que considera que esta pandemia “cayó como anillo al dedo para afianzar el propósito de la cuarta transformación”.
Como si no hubiera la urgencia de una crisis sanitaria que atender, desempleo que evitar y mortandad de empresas que impedir, el Presidente anunció ayer que “vamos a iniciar un plan para reforzar la capacidad de refinación de las refinerías”.
Mientras los médicos, enfermeras y personal hospitalario trabajan en plena pandemia sin guantes, ni cubrebocas especiales, ni batas impermeables, ni gafas de seguridad, no hay respiradores N95, ni camas.
Toda esta situación que aún no llega a su pico más alto porque apenas estamos cursando la llamada segunda fase y en unos días o semanas entraremos a la tercera fase y tal vez exista una cuarta fase que vendrá extinguiéndose cerca del mes de noviembre. Es indudable que nuestro país quedará devastado y se requerirá de mucho esfuerzo de toda la sociedad para reconstruirlo en los diferentes órdenes.