Los marginados en tiempos del coronavirus

Exclamaba una apreciable amiga al describirme todo lo mal que vivimos en el país. Me comentaba que debido a la mala política económica del gobierno de la 4T éste año no pasaremos del 0.1% en crecimiento económico y probablemente nos iremos aún más en retroceso, que se devaluó nuestra moneda hasta llegar a los 25 pesos frente al dólar; se cayó la producción de petróleo mexicano de 1.8 a 1.6 millones de barriles diarios y se desploma su precio. Prácticamente nuestra economía estancada y a la baja, aumenta el desempleo y la pobreza también; y por consiguiente los índices de criminalidad, y para “remachar el clavo”, la aparición de la pandemia del coronavirus, que en nuestro país ante una falta de previsión y de acciones de contingencia médica de alto nivel, de manera desconcertante se está paralizando al país en gran parte de la actividad económica, y lo peor; éste virus afectará de manera exponencial a grandes sectores de la población, sobre todo, a los marginados, los que no tienen acceso a la salud, al servicio de agua entubada, los que defecan al aire libre por falta de drenaje en sus domicilios, a los débiles y desnutridos porque padecen hambre; como siempre sucede en estos casos.
A mediados de los años 90as –quien esto escribe- vivía en la zona serrana e indígena de la Huasteca Sur por motivos laborales, y me tocó vivir angustiantes momentos al ver el sufrimiento de la gente por el desencadenamiento de varias epidemias como el dengue clásico y hemorrágico, que afectaron a cientos de habitantes de los municipios de Tamazunchale, San Martín, Matlapa y entre otros, Axtla.
Solo nos dieron tempra y nos mandaron a nuestras casas, había muchos enfermos en el hospital de Zacatipán y la verdad, pues qué podían hacer por nosotros, si el dengue no se podía curar, allí sólo resguardaban a los más graves, los que tenían dengue hemorrágico y los mandaban a Tampico o a San Luis, para ver si se curaban, pero varios murieron. Me comentaba don Panchito, un viejo amigo de Chapulhuacanito, Tamazunchale.
Estas son imágenes que aún recuerdo de aquella época, y la verdad, ni con todas las recomendaciones ni protocolos del sector salud de ese momento, se podía contener la epidemia; que se podía hacer cuando la gente no tiene drenaje en su casa, bebe agua de los charcos o ríos contaminados; cuando padece hambre y desnutrición por la falta de fuentes de sostenimiento.
Fui testigo de ver la gente que moría por el cólera por beber agua contaminada en aquellos lugares, la angustia de la gente cuando había sequía y se agotaba el agua de sus manantiales y ríos, y lo único que les quedaba era su fe y le rezaban y cantaban según sus creencias a la “madre tierra” para que les mandara agua, otros dejando sus rezos o la “fuerza moral” -como contingencia a problemas de contagio del coronavirus, según creencias de Hugo López-Gatell, subsecretario de salud del gobierno federal- se ponían a trabajar y sumaban esfuerzos colectivos para escarbar en la tierra y encontrar nuevas fuentes de agua para abastecerse del líquido.
Estas imágenes de desesperanza de la gente, sobre todo, de los más débiles ante los estragos de las epidemias y enfermedades que se presentaban y se siguen presentando en esta región de la huasteca potosina, por el alto grado de marginación y pobreza en que viven miles de sus habitantes, seguro que se volverán a repetir, igual, que en otras zonas de nuestra entidad, como en las colonias marginadas del área metropolitana de San Luis Potosí o en el altiplano potosino; donde miles de familias pobres por problemas de salud y la falta de medicinas y atención médica, se exponen irremediablemente a la muerte; los marginados en San Luis Potosí, como en todo el país y el mundo, a diario corren riesgos de salud debido a las paupérrimas condiciones en que sobreviven. La única forma de remediar sus males, es como ya advirtió Carlos Marx, el ideólogo del proletario mundial, hace más de 100 años: “la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera”; es decir, su unidad, organización y lucha consciente en la defensa de sus genuinos intereses, contra todo lo mal en que viven los marginados. El “valor moral”, “el detente de AMLO” y otras “yerbas” que promueven nuestros actuales gobernantes en México, no pueden resolver los problemas de salud del pueblo de México, ni llevarán a nuestra nación a un puerto seguro, ni al progreso o desarrollo de nuestra patria. Que conste.