Aplicar GpR 2020

  • Metodología de Gobierno por Resultados (GpR) será aplicada con modernas técnicas y herramientas que permitan dar transparencia y continuidad a la gestión

La metodología de Gobierno por Resultados (GpR) será aplicada con modernas técnicas y herramientas que permitan dar transparencia y continuidad a la gestión de las dependencias, instituciones y empresas productivas de la Administración Pública Federal, Estatal y Municipal, mediante la definición, alineación, seguimiento y actualización de Planes Estratégicos, Específicos y Operativos con la participación de todos los servidores públicos en el ejercicio fiscal del 2020.

La Gestión para Resultados (GpR) forma parte del modelo de cultura organizacional, directiva y de gestión que pone énfasis en los resultados y no en los procedimientos. Tiene interés en cómo se realizan las cosas, aunque cobra mayor relevancia en qué se hace, qué se logra y cuál es su impacto en el bienestar de la población; es decir, la creación de valor público.

El objeto de trabajo de la Gestión para Resultados (GpR) son el conjunto de componentes, interacciones, factores y agentes que forman parte del proceso de creación del valor público, siendo relevantes el Plan Nacional de Desarrollo (PND), en el que se definen los objetivos de gobierno; el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), que es la asignación de recursos al proceso de creación de valor; los costos de producción; y, los bienes y servicios que se producen.

La Gestión para Resultados (GpR) tiene cinco principios, los cuales forman la base para una administración del desempeño sólida:

1. Centrar el diálogo en los resultados;
2. Alinear las actividades de planeación, programación, presupuestación, monitoreo y evaluación, con los resultados previstos;
3. Mantener el sistema de generación de informes de resultados lo más sencillo, económico y fácil de usar como sea posible;
4. Gestionar para, no por, resultados; y,
5. Usar la información de resultados para el aprendizaje administrativo y la toma de decisiones, así como para la información y rendición de cuentas.

Los resultados que serán obtenidos al aplicar la metodología de Gobierno por Resultados (GpR) serán los siguientes: Efectividad, eficacia y eficiencia de los planes y programas desarrollados con recursos públicos de las tres instancias de gobierno.
La efectividad mide el impacto final de la actuación sobre el total de la población involucrada, siendo una razón por la que a estos indicadores se les denomina también indicadores de impacto, cuyo valor, efectivo potencialmente creado no puede medirse en base exclusivamente a los productos, ya que éstos en general carecen de una significación propia, sino en relación con los resultados e impactos que generan.

Los indicadores de efectividad constituyen un valioso complemento de los indicadores de eficiencia, dado que la eficiencia en el ámbito de la gestión pública debe entenderse como relación entre costos y valor efectivamente producido por el impacto, siendo necesario procurar maximizar el valor efectivamente creado a través de la actuación de los poderes públicos, minimizando los recursos utilizados para conseguirlo.

La eficacia administrativa pública se mide por el grado de satisfacción de los objetivos fijados en sus programas y planes de actuación, o de los objetivos incluidos tácita o explícitamente en su misión, mediante la comparación de los resultados reales con los previstos, independientemente de los medios utilizados. La evaluación de la eficacia de una determinada dependencia o institución pública no puede realizarse sin la existencia previa de una planificación que se deberá encontrar plasmada en unos planes o programas en donde los objetivos aparezcan claramente establecidos y cuantificados, así como de una expresión clara de la forma en que éstos se pretenden alcanzar.

En la evaluación de la eficacia administrativa será preciso analizar la forma y magnitud en que los resultados obtenidos en forma de bienes o servicios se ajustan a los efectos previstos. De esta forma, la eficacia puede ser considerada, tanto desde el punto de vista tradicional como la comparación de los resultados obtenidos con los esperados, sino también es más importante como una comparación entre los resultados obtenidos y un óptimo factible, de forma tal que este concepto coincida con la propia evaluación de programas y planes.

El grado de eficiencia de una actuación está definido por la relación existente entre los bienes y servicios consumidos y los bienes o servicios producidos o con mayor amplitud, por los servicios prestados, en relación con los recursos empleados a tal efecto. Así, una actuación eficiente se definiría como aquella que con unos recursos determinados obtiene el máximo resultado posible, o la que con unos recursos mínimos mantiene la calidad y cantidad adecuadas de un determinado servicio. Desde esta perspectiva, el análisis de la eficiencia puede abarcar los siguientes aspectos:

El rendimiento o desempeño del servicio prestado del bien adquirido, o vendido, con relación a su costo; la comparación de dicho rendimiento con un referente o estándar; y un conjunto de recomendaciones orientadas a la crítica y, si procede, la mejora de los resultados obtenidos.

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