La historia se desvanece en el primer ‘archipiélago Gulag’

Contarán que el archipiélago están cuajado de frondosos bosques perennes, de nieve o hielo de octubre a mayo, que el sol supera el horizonte apenas tres horas en diciembre.

Con sus cámaras convencionales registrarán, innegable y concreto, el espacio físico.

Pero en este pequeño conjunto de islas de apenas 350 kilómetros cuadrados y unos 900 habitantes hay otro espacio, velado y en franca desaparición.
A capturarlo se lanzaron en sendos viajes de 2015 y 2016 dos fotógrafos españoles, Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello, a petición de la revista alemana Mare.

Un proyecto que, aseguran, pronto trascendió el mero encargo de retratar los restos de un horrendo campo de trabajos forzados y castigo de presos comunes y políticos.

Para convertirse en un propósito “más personal y más emotivo”.

Aquel gran reportaje ha derivado en un libro y una exposición itinerante, comisariada por Alicia Ventura, en el Centro José Guerrero de la Diputación de Granada.

Y también en un reto que el espectador juzgará o no superado.