El vals de año nuevo, en Viena, con José Carlos Martínez

Estaba convencido de que aquel teléfono no volvería a sonar. Pero el destino volvió a dar tono y esta vez no pudo decir que no. «Justo cuando me nombraron director de la Compañía Nacional de Danza, me ofrecieron coreografiar las actuaciones de la Ópera de Viena durante el Concierto de Año Nuevo de 2011.

Confiesa José Carlos Martínez. «Podía haberme liado la manta a la cabeza, pero rechacé el encargo por puro sentido de la responsabilidad».

Nueve años después, ya liberado de compromisos contractuales, Karin Veitl, del canal austríaco ORF, volvió a contactar con él. «Me conocía de mi época como bailarín en la Ópera de París y había seguido mi carrera de cerca», concede. «Esta vez sí nos pusimos manos a la obra».

En sus 79 ediciones, el Concierto de Año Nuevo no ha contado nunca con un español como coreógrafo de las dos piezas que se emiten grabadas pero con música en directo procedente de la Sala Dorada del Musikverein. «Es un alarde de sincronismo que requiere de muchos meses de ensayo», explica el Premio Nacional de Danza.

Me dieron libertad absoluta, así que les propuse un concepto coreográfico dividido en dos partes».

La primera, de corte más clásico, se desarrolla en el Palacio de Invierno del príncipe Eugenio de Saboya mientras de fondo suena el vals Abrazaos por millones de Johann Strauss II.

Gracias al extraordinario trabajo del realizador Michael Beyer he conseguido perspectivas imposibles del cuerpo en espacios muy reducidos».

La segunda parte recorre diferentes espacios de la Viena de Beethoven, cuya música sonará por primera vez en el Concierto de Año Nuevo con motivo del 250 aniversario de su nacimiento.

A partir de una selección de sus Doce contradanzas contamos una mini comedia musical que tiene como protagonistas a unos turistas norteamericanos que visitan la casa de Beethoven en los años 50».

Hay, por supuesto, guiños a Fred Astaire y Gen Kelly, pero también a Nicolas Le Riche, John Neumeier y otros coreógrafos que se atrevieron a arriesgar en los poco más de cuatro minutos que dura el espectáculo de ballet más mediático del mundo.

Quería hacer algo diferente, pero sin pasarme de la raya. Creo el año pasado Manuel Legris se olvidó por momentos de a quién iba dirigido su espectáculo».

Una vez más, ha demostrado ser un coreógrafo todoterreno. «Ha sido un reto en todos los sentidos, empezando por el hecho de tener que bailar sobre piedra y siguiendo por la naturaleza de nuestra estrella invitada, un perro amaestrado que guía toda la trama», desvela Martínez, que escribió la última versión del guión en el lujoso restaurante de la azotea del Hotel Grand Ferdinand.

Todavía era un estudiante cuando vi por televisión la coreografía de Davide Bombana para el Concierto de Año Nuevo», evoca nostálgico. «Jamás imaginé que algo así me acabaría ocurriendo a mí».