Amores más allá de la muerte

Me quedo enganchado a ella después de ver en el Teatro de la Comedia el intenso, delicado, musical y bello montaje que ha dirigido Pepa Pedroche sobre una puesta en escena diseñada por Ignacio García, después de que Ana Zamora dirigiera una pieza renacentista sobre el mismo tema en La Abadía.

Me siento empujado a divagar, pues hay mucha historia de España y Portugal y de la cultura de ambos países implicada en este drama barroco de Luis Vélez de Guevara (1579-1644), autor de El diablo cojuelo (1641).

A Vélez, hombre de azacanada vida sentimental, le habían de interesar los amores entre el príncipe (y futuro rey) Don Pedro I de Portugal, su esposa castellana Constanza Manuel de Villena y su amante gallega (y presunta esposa clandestina) Inés de Castro, amores intervenidos por las luchas de poder, sazonados por el crimen y llevados a la categoría de leyenda, si fuera cierto (y en alguna medida lo fue) que Don Pedro hizo exhumar el cadáver en putrefacción de Inés -mandada degollar por su padre, el rey Alfonso IV-, y ordenó que la Corte le rindiera pleitesía como reina.

Diríamos, vulgarmente, que hay aquí elementos de folletón, pero también la obra, por la desatada pasión fatal y por el episodio del cadáver de Inés, pone un pie en los dramas del Romanticismo y en la narrativa gótica, pues esa reina-cadáver tiene algo de muerta viviente.

El excelso poeta portugués Luis de Camoens había puesto a la infortunada Inés en el mapa universal al ocuparse de su tragedia en un fragmento del Canto III de su obra inmortal, Os Lusiadas (1572).