Parecen humanos, pero no lo son y amenazan a la sociedad de nuestro tiempo

  • La tecnología puede llevarnos a confundir la realidad con la ficción y eso representa un peligro inminente.

Los rostros son infinitos. Cada vez que se actualiza la web ‘thispersondoesnotexist.com’ aparece la cara de lo que percibimos como un ser humano. Su pelo, sus cejas, sus ojos, su risa, su seriedad, su gesto hierático. Parecen tan reales como la vida misma, pero no lo son porque se trata de imágenes generadas por un algoritmo con el que se nos pretende educar sobre el sinfín de posibilidades que se avecinan con la Inteligencia Artificial.

El experimento es efectivo cuando ponemos un filtro a nuestra mirada. Las personas que aparecen en las fotografías no existen aunque podrían ser perfectamente las de gente convencional que publica sus fotos en las redes sociales. Algo despierta en nuestra mente cuando somos conscientes de que son caras virtuales elaboradas por obra y gracia del ingeniero de programación de software, Philip Wang.

Uno de los rostros generados por ‘thispersondoesnotexist.com’.

El proceso nació a raíz de Nvidia, empresa que se dedica a la creación de chips, y que experimentó con la elaboración de retratos falsos a través de un algoritmo que se basa en imágenes reales que pasan por una red generativa antagónica (GAN) para generar otras que son falsas.

“La mayoría de las personas no entienden cuán efectiva es la Inteligencia Artificial (IA) a la hora de sintetizar imágenes en el futuro”, afirmó Wang a principios de 2019. “He conseguido que se invente un rostro aleatorio cada dos segundos y mostrarlo al mundo en una escala a la moda. Nada de lujos”, agregaba entonces.

Uno de los rostros generados por ‘thispersondoesnotexist.com’.

Las posibilidades de la IA son inimaginables. La perfección de los rostros plasman una evolución evidente desde 2014 hasta la actualidad. Han sido cinco años en los que poco a poco nos estamos educando sobre lo que está por venir y ha sido plasmado en libros, películas y series. Por ahora, el próximo paso es animar esos rostros perfectamente falsos, darles vida, hacer que sean personajes de vídeo, de realidad aumentada, hacer lo propio con graffitis, e ir más allá con mundos completamente virtuales. La maquinaria está en marcha y supondrá una revolución social sin antecedentes.

Desde expresiones artísticas hasta la creación de alteregos mucho más sólidos y reales que los que ya existen a través de los videojuegos, y todo ello con los riesgos que eso supone para una Humanidad que está cerca de comprobar si las ficciones de películas como Matrix o Blade Runner pueden ser tan reales como la vida misma.