¿Qué hay atrás de la hipotermia?

Lamentable tradición no superada

A pesar de que fabricar juegos pirotécnicos (pirotecnia) es una actividad de riesgo, México sigue ocupando el segundo lugar en Latinoamérica como productor de fuegos artificiales, apenas debajo de Brasil.
El negocio genera una derrama económica de 7 mil 700 millones de pesos anuales, de acuerdo con el Instituto Mexiquense de la pirotecnia (Imepi) y se calcula que cerca de cincuenta mil familias viven de este oficio, de ahí que en vez de cancelarla, las autoridades la promuevan.
Incluso cuando se pide ayuda al 911 para que pidan moderación a altas horas de la moche, nadie atiende a los desesperados peticionarios, “porque son una tradición popular”.
Este martes, al iniciar las maniobras del “Operativo Cohetón”, que se realiza año con año sin que mengue el 20 por ciento de incremento de atenciones médicas en hospitales por “accidentes con pirotecnia”, el Comandante de Bomberos, Adolfo Benavente Duque lamentó que a éstas alturas del siglo XXI sigamos sin prohibir tan bárbaro consumo en SLP.
«A veces las tradiciones son más malas que buenas», advirtió al recibir a alrededor de cien elementos de las Direcciones de Seguridad Pública Municipal, de Protección Civil y del área de Comercio de la capital potosina para vigilar la venta de pirotecnia en los 782 puestos que el Ayuntamiento autorizó tan sólo para ésta Nochebuena en nuestra capital.
Se trata de evitar que los comerciantes expendan artefactos prohibidos como la garra de tigre, palomas, satanás, mendigo, peje, cara de diablo, piñatas entre otros; en caso de detectar este tipo de productos se notificaría a la Sedena para que proceda con las detenciones correspondientes puesto que son ilegales.

PURO NEGOCIO

Se recordó que la venta autorizada de pirotecnia fue únicamente ayer, 24 de diciembre, así como los días 30 y 31 del mismo mes, por lo que para evitarse sustos por mal almacenaje, se pide a la ciudadanía denunciar a vendedores de estos productos fuera de tiempo en forma inmediata.
El departamento de comercio del ayuntamiento expide los permisos, pero sólo los cobra, no impone restricciones ni en horario ni en decibeles e incluso se molestan si los ciudadanos piden ayuda para que los dejen dormir, “porque es una tradición popular”.
Y lo mismo en Protección Civil Municipal o Estatal y en el 911; todos se echan La pelotita y nadie resuelve nada por ejemplo, a los padres de niños del espectro autista y ni qué decir de las mascotas. Apegarse a la Ley de Herodes, no queda otra.
El fuego como espectáculo es una las tradiciones más polémicas que continúan en nuestro país desde la época colonial, tal vez por saberse su “efecto tabú” entre la población indígena a la llegada de los españoles.
Según historiadores, “era tal la impresión de los nativos con el estallido de la pólvora y el rayo de los mosquetes españoles, que se quedaban paralizados, pasmados, dado el carácter divino que para ellos tenían esos disparos. Verlos salir a voluntad de los invasores los anulaba, porque no debían pelear contra los dioses y a ese efecto psicológico, más que nada, adjudican la conquista del Imperio Azteca.

¿INSTRUMENTO DIVINO?

Cuando llegaron los evangelizadores y se percataron del impacto del trueno y rayo de la pólvora en los indios, decidieron emplearlo para reforzar sus tesis judeo-cristianas que para los nativos eran contra natura. Así pusieron fin a ritos de fertilidad, sacrificios humanos, juego de pelota entre otras valiosas costumbres de nuestra cultura original, que cambiamos por el “temor a Dios” como la monogamia, el sometimiento, el bautizo etc.
Un castillo pirotécnico espectacular, los usados principalmente en fiestas patronales y concursos piromusicales –variedad que tecnológicamente sincroniza luces, música y explosiones- cuesta a entre los 50 y los 250 mil pesos. ¿No serviría más invertirlos en una casa, un terreno para alguna familia que lo necesita?
Existe además, la pirotecnia de juguetería, que se encarga de elaborar los conocidos “ratoncitos” “cañones” “palomas” “buscapiés” y todos esos artefactos que año con año salen de control causando tragedias y destrozos o cuando menos, sustos. ¡Qué necesidad!
A pesar de los constantes accidentes tanto los productores se niegan a abandonar el oficio que les heredaron sus padres y abuelos, como los sacerdotes se empeñan en seguirlos considerando parte indispensable de sus fiestas litúrgicas.
A fines de octubre, al clausurar el sínodo de la amazonia, los participantes al Sínodo de la Amazonía los asistentes propusieron “definir el pecado ecológico como una acción u omisión contra Dios, contra el prójimo, la comunidad y el medio ambiente” y eso precisamente hacen con el uso y abuso de la pólvora religiosa.

LOS CUETES NO SON CUATES

En esa ocasión el Papa Francisco emitió su segunda encíclica “Laudato Si” donde, con amplio sentido ambientalista propone la creación del “pecado ecológico” para lo cual deberán crearse nuevas opciones pastorales y nuevas estructuras burocráticas clericales.
Y si los artesanos arriesgan la vida desde su construcción por el manejo de explosivos y hasta el montaje de las piezas que alcanzan los 20 metros de altura; ellos lo hacen por ser su único medio de sostén, mientras que quien los paga sólo los compra por gusto y con tal entusiasmo arriesga también su vida y la del o los, nuños a los que piensa divertir, sin ninguna necesidad.
Bajo ese lema, desde noviembre pasado, Protección Civil municipal llevó conferencias y actividades extra escolares, a niños de escuelas públicas “para crear ciudadanía responsable” e intentar cambiar la historia de tragedias que acompaña el uso de fuegos artificiales en la temporada de Navidad y Año Nuevo. Pero, sin compromiso de los mayores ni de las autoridades y mucho menos de los políticos… ¿Podrán?
Todo esto, sin contar con el grave daño atmosférico al ambiente, agravado por sus sulfurosas emanaciones sin olvidar que prácticamente es lo mismo que quemar su dinero. ¿El gozo y la diversión que le causan, valen una mano, un par de dedos, un brazo, un ojo… una vida, de sus seres más queridos?
Según la Fundación Rino-Q, la pirotecnia decembrina eleva los casos de quemaduras entre un 25 y 30% en menores de edad, algo así como 200 casos de personas quemadas por cohetes, entre niños y adultos; pero lo más lamentable es que hay padres que permiten a sus hijos manipularlos “para que vayan perdiéndoles el miedo” y acaban perdiendo, pero la tranquilidad, una parte de su cuerpo y hasta la vida. ¿Para qué alimentar tan nefasta estadística?

Que tengan una feliz, pero de verdad feliz, Nochebuena.

margarita_basanez@yahoo.com.mx