Notas Médicas

Una correcta higiene y lavarse las manos con regularidad son los factores clave para prevenir la denominada enfermedad boca-mano-pie. Es común y bastante contagiosa, especialmente en los niños de hasta cinco años, pero eso no significa que las personas de otra edad no puedan contagiarse. Es una infección ocasionada por el virus Coxsackie A16, aunque también la pueden provocar otros gérmenes de la misma familia. La mayoría de las veces, la infección suele comenzar en la garganta y después se propaga a otras partes del organismo.

Las vías de transmisión de la enfermedad boca mano-pie son la aérea, a través del contacto directo con una persona que posea el virus, o a través de las heces. Según Pilar Galán del Rio, pediatra del Hospital Universitario de Fuenlabrada, los síntomas que suelen aparecer por la infección son: Úlceras.

Dolor en la garganta.
Fiebre y malestar general.
Aparición de ampollas en la boca, en las manos y los pies y, a veces, en otras regiones donde se coloca el pañal, como los genitales o las nalgas. No todos los pacientes tienen porqué presentar estas ampollas en las tres zonas más frecuentes. El problema principal que puede ocasionar esta enfermedad es que las ampollas que aparecen en la boca de los niños pueden provocar que dejen de comer y de beber agua. Cuando sucede esto, lo recomendable es que el médico valore al paciente para ver su estado de hidratación.
También es aconsejable acudir al pediatra si los síntomas del niño no desaparecen conforme van pasando los días.

Prevención y tratamiento
No hay ninguna vacuna para prevenir la enfermedad boca-mano-pie. Lo más efectivo es mantener un buen hábito de higiene, lavando las manos con agua y jabón, especialmente después de ir al cuarto de baño. Para reducir los riesgos de contagio es recomendable desinfectar con frecuencia las superficies y los objetos que usen los niños de forma habitual, incluyendo los juguetes. Además, hay que evitar aproximarse a personas que tengan el virus porque es altamente contagioso. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), esta enfermedad tiene más prevalencia en las estaciones de primavera y otoño.

Con la exploración física del especialista suele ser suficiente para confirmar el diagnóstico de la enfermedad boca-mano-pie. Si la exploración no fuera determinante, Galán explica que “se pueden tomar muestras para cultivo de virus o técnicas de PCR”. Esta técnica consiste en la extracción de una pequeña muestra de ADN y su análisis para ver si hay presencia de virus en el organismo.

En cuanto al tratamiento, no hay nada específico para combatir la enfermedad. Si bien, se puede administrar medicamentos para aliviar el dolor y la fiebre.

Es indispensable que la persona afectada beba agua y lácteos fríos en abundancia y que evite las bebidas gaseosas, ya que pueden generar molestias en las úlceras.

Para que las ampollas de la boca sean más fáciles de llevar, el CDC sugiere utilizar enjuagues bucales o aerosoles que hacen que la boca se adormezca y aparezcan menos molestias.

Pronóstico y complicaciones
Es una infección que no suele ser muy grave y el pronóstico es bueno. Se cura con normalidad y, a veces, sin necesidad de tratamiento. Lo más habitual es que la fiebre remita en los tres o cuatro días posteriores y las lesiones de la boca, las manos y los pies desaparezcan a la semana.

Las complicaciones suceden en raras ocasiones. Una de ellas es la deshidratación porque el afectado siente molestias al ingerir líquidos y trata de no hacerlo. Este agravamiento puede requerir el ingreso del paciente en el hospital para administrarle sueroterapia.

En algunos casos, según Galán, “se ha descrito la pérdida de las uñas de manos y pies entre la cuarta y octava semanas