Un Santa certificado en Jerusalén transmite el mensaje navideño

El santaclós de Jerusalén es alto, mide 1.86 metros y alguna vez se dedicó a jugar basquetbol. Issa Kassiessieh lleva el típico traje rojo, la larga barba blanca y guantes, además de gafas y un gorro rojo. Y cuando mueve los pies suenan los cascabeles dorados de sus botas negras.

Soy el único Papá Noel en activo en Jerusalén, el único Papá Noel profesional en la región”, afirma este hombre de 41 años. Y para ello se remite a los diplomas y certificados expedidos por escuelas de santaclós en Estados Unidos, así como por el Congreso Mundial de Papás Noel en Copenhague.

En 2017 convirtió la vivienda familiar, un inmueble de 700 años de antigüedad, ubicado en el casco viejo de Jerusalén, en una casa dedicada a Papá Noel.

Sobre la puerta roja con manija de bronce, un enorme cartel dice en inglés “Santa’s House” (la casa de Santa). A un costado tiene dos buzones donde los niños pueden dejar sus cartas. Además, hay un letrero que apunta hacia el Polo Norte.

En la sala de Papá Noel hay un trono dorado, junto a él un gran costal lleno de dulces, así como un árbol de Navidad y detrás, en uno de los huecos de las paredes, hay un pesebre de madera. Asimismo, en las paredes cuelgan los diplomas que certifican a Kassiessieh como santaclós, y como música de fondo se escuchan canciones navideñas.

Esta personificación de la Navidad es árabe-cristiano y da la bienvenida a estudiantes para luego explicarles el significado de las fiestas decembrinas.

Hablamos sobre las Navidades y la verdadera razón de su existencia”, señala.

Kassiessieh agrega que muchos niños creen que las Navidades son santaclós y los regalos.

Sin embargo, él les habla de Cristo y de su nacimiento en la ciudad de Belén, ubicada al sur de Jerusalén, en Cisjordania.

Por las tardes suelen acudir a su casa familias con niños. Erika McDonnell fue con su marido Ryan y su hijo William, de tres años. Esta familia de Estados Unidos vive en Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos, y visitó Tierra Santa con unos amigos. Ryan se enteró de la existencia de la Casa de Santa y decidió ir con la familia a visitarla.

El pequeño William parece algo cohibido ante el Papá Noel sentado en su trono dorado. No quiere el chocolate que le ofrece ni el polvo mágico que acaba llenando de purpurina la mano de su madre.

Kassiessieh comenta que al lugar no sólo acuden cristianos.

Musulmanes, judíos y cristianos de todo el mundo vienen aquí. Vienen hasta los no creyentes”, señala con una sonrisa.

 ENFRENTA RECHAZO

En el Centro Cristiano de Información que dirige el padre Andreas Fritsch y que está situado en las cercanías, cada vez son más los que preguntan por el Papá Noel.

Se forman largas filas ante su puerta cuando está abierto”, relata Fritsch. A veces hay unas 50 personas esperando.

Ciertos sectores judíos critican una y otra vez la decoración, así como las festividades navideñas en Tierra Santa. Los rabinos de Jerusalén pidieron en 2016 a los hoteles que no colocaran un árbol de Navidad en sus establecimientos en señal de respeto a los creyentes judíos.

Kassiessieh reconoce que en ocasiones escucha comentarios desagradables en la calle y frases como “¿Qué haces tú aquí? ¡Vete a Belén!”.

Sin embargo, él se limita a sonreír y les desea una feliz Navidad.

Todos somos seres humanos y tenemos un Dios”, asegura.

Y yo hago esto por amor, por amistad y por la paz en Tierra Santa”, agrega.

Kassiessieh, quien trabaja de entrenador de basquetbol, explica que de niño le hubiese gustado encontrarse con Papá Noel. “Yo deseaba hablar con santaclós y que me preguntara qué quería para el 24 de diciembre”, relata.

Por casualidad, hace 14 años se vistió de Papá Noel y vio el entusiasmo que despertó en los niños de la ciudad. Así que en 2017 asistió por primera vez a una escuela de santaclós en Estados Unidos.

Los padres del pequeño William están entusiasmados con la idea.

Es bastante espectacular y el lugar es muy hogareño”, afirma Ryan. “Ha sido divertido y Kassiessieh hizo un buen trabajo”, señala. Su esposa, Erika, agrega: “Lo bonito sobre todo es que aquí, en Tierra Santa, lo niños tengan un santaclós”.