De dónde proviene la tradición del Amigo invisible

En las últimas décadas el realizar un regalo a alguien ocultando la identidad de la persona que hace tal presente se ha convertido en una de las tradiciones más extendidas cuando llega el periodo navideño.

Un grupo de amigos, familiares o compañeros apuntan el nombre de cada uno de ellos en papelitos, estos se depositan en una bolsa o bol y cada uno de los participantes va cogiendo uno sin mirar.

El nombre que aparezca es el de la persona a la que le deberá hacer un regalo en la fecha acordada (día de la comida o cena de empresa o facultad, en Nochebuena, Navidad e incluso en Nochevieja o Año Nuevo).

También se ha puesto muy de moda hacerlo en escuelas, centros sociales e incluso entre los residentes de un asilo, siendo los familiares o personal contratado quienes se encargan de comprar cada uno de los regalos que se repartirán anónimamente.

Eso si, para llevarse a cabo correctamente el «Amigo invisible» hay que cumplir ciertas normas, como no sobrepasar la cantidad estipulada como tope máximo (o mínimo) que debe costar cada regalo, no intercambiar entre participantes información sobre quién es la persona que ha tocado a cada uno ni cambiarse los papelitos (a no ser que a alguien le salga su propio nombre) y, sobre todo, guardar el anonimato y no decir a la persona a la que se le ha hecho el regalo quién ha sido su amigo o amiga invisible.

Muchas y variadas son las hipótesis sobre el origen del amigo invisible, que en cada lugar tiene una denominación diferente.
Hay quien indica que se originó a finales del siglo XIX, pero que nada tenía que ver con la Navidad, sino que era un presente que se realizaba a alguien y se decidía hacer de forma secreta.

Existen algunas fuentes que indican que probablemente se originase en Venezuela, en el que mujeres casadas recibiesen regalos anónimos por parte de admiradores secretos.