La evolución de los conciertos a través de la tecnología

La década de los años 60 fue decisiva en la evolución de la música como la conocemos actualmente; su producción y reproducción para el acto en vivo, proviene de la herencia que se originó durante dicha época, gracias a la innovación tecnológica que, hasta hoy, mueve las formas de consumo de la industria global.

El impacto de algunos géneros como el rock, la música psicodélica, el R&B y el jazz dentro de la escena popular provocó una revolución que buscó resolver algunos aspectos de practicidad técnica y creativa con tecnología. La empresa Moog Music fue pionera en la creación de sintetizadores musicales que permitieron a cineastas como Arthur Cantrill y Dusan Marek, crear bandas sonoras completas, sustituyendo toda clase de instrumentos a partir de la música electrónica.

Pronto, la experimentación y al fácil traslado del equipo para las presentaciones en vivo provocó que artistas de la talla de The Band y Creedence Clearwater Revival pudieran fusionar distintos ritmos como rock and roll clásico con folk, country y blues. Del mismo modo, el soul se abrió camino dentro del gusto popular gracias a artistas como Sam Coke y James Brown, lo cual dio paso al surgimiento del funk que más tarde crearía las bases de la música disco, con artistas de gran proyección como Aretha Franklin.
Sin embargo, fue dentro del rock progresivo que la experimentación musical rompería toda clase de barreras de la mano de íconos musicales que generaron algunos de los conceptos musicales más replicados hasta hoy, casos como los de The Beatles, The Rolling Stones, Pink Floyd o The Beach Boys complementaron la instrumentación usual con sintetizadores, instrumentos barrocos y otros, provenientes de distintas regiones y culturas. The Moody Blues recurrió a sonidos orquestales realizados con sintetizadores para su álbum Days of Future Passed (1967).

Sin embargo, la tecnología no sólo se quedó en el plano productivo, sino que llegó para evolucionar la entrega de la música al público. En ese sentido, el concepto del concierto debió modificarse naturalmente para cada formato: sinfónico, acústico y eléctrico, hasta ese momento. Sin embargo, en la última década se ha podido apreciar la tendencia hacia un espectáculo más encaminado al performance.

Aunque el término performance responde principalmente a la implementación de distintas expresiones artísticas de manera conceptual durante un espectáculo escénico: teatro, danza, música o expresión plástica, en esta ocasión hace referencia a los conciertos en vivo que implementan distintos elementos para ofrecer una experiencia sensorial diversa.
Un ejemplo inmediato y reciente es Cornucopia, el polémico espectáculo de la artista islandesa Björk, presentado durante cinco fechas en la capital del país, el pasado agosto, el cual en palabras de la cantante es un show “donde lo acústico y lo digital se darán la mano, con el apoyo de un equipo de colaboradores seleccionados a la medida”.