Evocan la dimensión intelectual y humana de Eduardo Matos

Fueron las palabras de agradecimiento de Eduardo Matos Moctezuma durante el homenaje e investidura como miembro emérito del Seminario de Cultura Mexicana que muestran la dimensión intelectual y humana del arqueólogo mayor de México.

Y precisamente la evocación a esa dimensión intelectual y humana fue el latido fundamental de la ceremonia íntima, por momentos divertida como cuando Matos Moctezuma, tras recibir el diploma y la medalla, dijo que faltaba el cheque o la aseveración de que éste es un reconocimiento a lo que se ha hecho “yo diría que bien o mal, en este caso espero que bien. Pero también son muy buenos, porque te estimulan a ser cada vez mejor”.

El aplauso y las risas cortaron brevemente su discurso. Con una sonrisa el Premio Crónica confirmó lo que diría: “Estoy muy contento con este reconocimiento del Seminario de Cultura Mexicana —del que es miembro desde hace 30 años— que tiene mucho tiempo de llevar cultura, ciencia y conocimiento a más de 60 de las corresponsalías en el país, con lo que cumple con una misión formidable: ir con gran empeño a esos lugares remotos, pequeño pueblos en los cuales la gente está esperando que llegue el Seminario para escuchar las palabras de sus integrantes”.

Y en este punto recordó el periplo enorme que hacen los integrantes del Seminario: “Imaginen lo que es, y pongo de ejemplo a Acámbaro, Guanajuato, que llegue Carlos Prieto cargando su instrumento —su pareja, que no me oiga su esposa— para dar conciertos. De que lleguen cada uno de los miembros de esta institución con esta misión, siguiendo los derroteros que marcara José Vasconcelos”.

Para cerrar su discurso, dijo que esta distinción “emociona y ya no sabe uno cómo agradecer. Veo aquí a todos mis amigos, a mis familiares, empezando por mi esposa, hija, allá está mi hermano Rafael, su hija que es escritora, y el gran Eduardo, mi sobrino”.
Fue el final de la ceremonia, pero antes la evocación a la dimensión intelectual de Eduardo Matos Moctezuma fue un periplo transversal desde sus inicios en el INAH hace 59 años para realizar una brillante carrera en la investigación y el salvamento arqueológico, como director de instituciones o proyectos como el del Templo Mayor, fundador del Programa de Arqueología Urbana (PAU), fundador del Museo del Templo Mayor o sus incursiones en la poesía con su libro Erectario; en la ópera como el Príncipe Persa en Turandot; en el cine en la película Tequila, y director de “El gallo ilustrado”, suplemento cultural del periódico El Día y participar en el concurso de escultura de Bellas Artes con la escultura monumental de forma de vagina cuyo título es París de donde venimos y adonde vamos.

Esta amplitud intelectual lo llevó a ganar el Premio Nacional de Ciencias y Artes, ser integrante de El Colegio Nacional, a ser distinguido con la Cátedra Eduardo Matos Moctezuma por parte de la Universidad de Harvard o el doctorado honoris causa de la UNAM, y el Premio Crónica 2017, además de ser un autor prolífico con más de 500 publicaciones. Pero también está esa dimensión humana de la que hablaron quienes los presentaron en el homenaje, esa ceremonia íntima y emotiva en el auditorio del SCM.

Y ahí estaban sus amigos: los Premio Crónica Carlos Prieto y Leonardo López Luján; el historiador, Javier Garciadiego; el director del Museo Nacional de Antropología, Antonio Saborit, Sergio Vela…, y especialmente su alumnos, hoy arqueólogos que fueron formados en la ENAH y otras instituciones en las que Matos Moctezuma impartió cátedra.
Leonardo López Luján dijo que algo que caracteriza a Matos Moctezuma es ser un maestro de excelencia. “Yo lo tuve desde los años 80, cuando concluí mis estudios de secundaria y mi madre, después de haber tenido una sobredosis de futbol y televisión, me pidió que hiciera algo de provecho.