La gente le tiene más miedo al sexo que a morir en accidente de auto

  • Hay más posibilidades de morir en un accidente de tránsito que por VIH contraído en un encuentro sexual.

Las campañas de concientización sobre las enfermedades de transmisión sexual parecen estar dando mejores resultados que otras igual de urgentes e importantes como las que advierten sobre los riesgos de viajar en auto. Y es que, a pesar de que esta última actividad cobra más vidas, la gente le teme 17 veces más al sexo casual.

Según un estudio dirigido por  Terri D. Conley, de la Universidad de Michigan, de entre las mil personas participantes, 71 consideraron como un riesgo inminente contraer VIH en un encuentro sexual sin protección y morir por ello, contra cuatro que creen que habría una posibilidad de tener un accidente automovilístico fatal en un viaje de casi 500 kilómetros.

Efectivamente, los riesgos existen en ambos casos, pero la realidad es totalmente inversa a las suposiciones de los encuestados. Según las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los EE. UU. y la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de los Estados Unidos, hay 20 veces más probabilidades de morir por viajar en auto que por el VIH contraído durante un acto sexual sin protección.

  • ¿Por qué le tenemos miedo al sexo?

Al analizar los resultados de su estudio, Conley y otros investigadores involucrados consideraron que las respuestas de la gente están marcadas más por el estigma que por el miedo, ya que los comportamientos de riesgo en el sexo (no ponerse condón, por ejemplo) son juzgados con mucha más severidad que otros que implican el mismo o más riesgo para la vida (como manejar a alta velocidad).

Por otro lado, resaltan el hecho de que a nivel de educación, las personas encargadas de la crianza “están entusiasmadas en que los niños obtengan licencia para conducir y les permiten tomar un auto de forma regular a pesar de que hay riesgos”, pero no ven igual al sexo del que usualmente se habla desde una perspectiva prohibicionista y moralista.

Pero la cosa no termina ahí. Para tratar de obtener resultados más concluyentes, el equipo de investigación hizo otra prueba en la que se le pidió a mil personas al azar que juzgaran un par de historias en la que una persona adquiría una enfermedad tras tener relaciones sexuales; una de ellas era clamidia, que se transmite sólo por este tipo de contacto, y la otra era influenza H1N1 que puede llegar a un cuerpo a través de la tos o la saliva.

En este caso, una vez más la gente calificó más duramente a quien tenía clamidia sin saberlo y causó una enfermedad leve a su pareja, que a quien tenía influenza y contagió a alguien que resultó gravemente enfermo o incluso muerto.