Los mormones y el gobierno de los cárteles

El atentado a mujeres y niños de la comunidad mormona en México ocupó los medios estas semanas tras el violento ataque por parte del crimen organizado. Siempre ha llamado mi atención este grupo tan cerrado y aislado, de hombres rubios dedicados al cultivo de nuez, durazno y manzana en grandes cantidades. Desde que supe por primera vez de su existencia, me he interesado mucho en estos conciudadanos tan fundamentalistas y conservadores en lo religioso, tan productivas en lo agropecuario y tan ordenadas y disciplinadas en su proceder. Y por lo visto, tan dispuestas a defender lo que, por su esfuerzo y empeño, les pertenece.
Hoy, estos compatriotas con doble nacionalidad (mexicana y americana), han venido a ocupar los titulares de los más difundidos medios de comunicación de todo el mundo. Esto debido a la masacre de que han sido víctimas los miembros de una familia, habiendo resultado muertos y calcinados tres mujeres y 6 niños, en un acto de una brutalidad sin precedentes, que a mi parecer, sólo puede deberse a la intención de aterrorizar a la ciudadanía, como parte del sometimiento mafioso en pos de facilitar su extorsión.
Sin duda este hecho muy probablemente es una represalia del crimen organizado contra la familia LeBarón, quienes son miembros históricos de la comunidad mormona (Movimiento de los Santos de los Últimos Días) que se estableció en México durante el siglo XIX. Los asesinatos, según los medios, fueron producto de las luchas territoriales entre los cárteles de Sinaloa y La Línea, y una dinámica particular de extorsión que ha insertado a estas comunidades en las disputas del crimen organizado.
Pero aún más trascendente, este sanguinario hecho constituye una evidencia, no precisamente de la falta de gobierno, sino del que ejercen en ciertas regiones del país, en los hechos, los grupos criminales y sus intereses. Una fuerza que parece ser capaz de dominar todo y doblegar a quien sea.
Los asesinatos ocurren, decíamos, en un contexto de extorsión y cobro de piso, en el que los cárteles presionan a los agricultores para obtener más rentas o quedarse con sus tierras. En palabras de Brent LeBarón, familiar de las víctimas, “Pagar a uno, significa pagar a 10 extorsionadores más. Resistirnos era una postura que teníamos que tomar como comunidad». Por otra parte, algunos medios argumentan que la familia ya pagaba protección de una de las partes, por lo que fueron objeto de ataques del cartel rival.
En 1880, diversas comunidades mormonas migraron a México huyendo de las leyes que prohibían la poligamia en Estados Unidos. Durante el siglo XIX, los miembros de esta religión enfrentaron una persecución religiosa que los llevó a migrar al oeste, a Utha particularmente, y a crear comunidades cerradas. Los LeBarón fueron una de las primeras familias en unirse a esta nueva religión.
México les ofreció libertad de culto, lo cual llevó a 4,000 individuos de esta religión a establecerse en varios puntos de la frontera, como Colonia Dublán, y Galeana Chihuahua donde los LeBarón adquirieron tierras. Pero las comunidades han tenido disputas de tierra y agua con los agricultores de Chihuahua. Durante el siglo XX estas comunidades se expandieron y estrecharon lazos con la comunidad de Utah. Sin embargo, los LeBarón adoptaron una versión más fundamentalista de la fe mormona.
En la última década, el crimen organizado ha buscado extraer rentas de estas comunidades. Julián LeBarón se unió al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad del poeta Javier Sicilia tras el asesinato de dos miembros de su familia en 2011, convirtiéndose en un activista. En 2009, el adolescente Eric LeBarón fue secuestrado, pero el gobierno pudo realizar un rescate. Como represalia, los miembros del crimen organizado asesinaron en 2011 a los miembros Benjamín y Luis Widmaren. Miembros como Alex LeBarón, exfuncionario del gobierno de Chihuahua y diputado federal entre 2015 y 2018, han señalado que el tráfico de armas desde Estados Unidos ha hecho posible este conflicto.
Uno de los eventos políticos que han hecho visibles a estas comunidades de mormones en México y los problemas que enfrentan contra el crimen organizado fue la campaña presidencial de Mitt Romney en 2012. Romney, miembro de esta religión, proviene de una de las familias que migraron a México durante el siglo XIX. Su padre nació en México en Colonia Dublán, lo que implicó críticas cuando el padre e hijo iniciaron sus carreras políticas. La familia de Romney aún vive en las comunidades de este lado de la frontera.
Durante la elección de 2012, los demócratas criticaron la posición de Romney contra la legalización de las drogas. Esta campaña prometía continuar la Guerra Contra las Drogas, así como ofrecer una prohibición absoluta ante los votantes más conservadores. La crítica demócrata se basó en que la familia de Romney, como la comunidad mormona en México, eran víctimas de esta guerra, atrapadas en la lucha territorial de los cárteles y en las prácticas de cobro de piso y protección. En un documental del portal Vice News acerca de estos grupos, familiares de Romney emitieron opiniones en contra de la guerra contra las drogas.
El presidente Donald Trump, en el contexto de un ataque a ciudadanos estadounidenses, ha expresado que “Estados Unidos está listo, dispuesto y capaz de involucrarse y hacer el trabajo de manera rápida y efectiva. ¡El gran nuevo presidente de México ha llamado la atención sobre este gran problema, pero los carteles se han vuelto tan grandes y poderosos que a veces necesitas un ejército para derrotar a un ejército!”. La respuesta del gobierno mexicano fue, en palabras de López Obrador, “un asunto que nos corresponde a nosotros, atender al gobierno de México de manera independiente y haciendo valer nuestra soberanía”. Pero la responsabilidad se encuentra no sólo en el mercado de drogas, sino en el mercado de armas de Estados Unidos
Los ataques realizados a esta comunidad revelan que las operaciones de los grupos criminales van más allá de las drogas, éstos se centran en la extorsión y el control de territorio frente a cárteles rivales. Durante los días posteriores al ataque, los miembros de esta familia reportaron que la seguridad se había deteriorado en años pasados, mientras que los conflictos y retenes del crimen organizado aumentaron.
El día lunes inició el éxodo en caravana de familias mormonas que no pudieron encontrar en el país que eligieron ninguna autoridad que garantice lo que cualquier estado debe poder garantizar, antes que nada: su seguridad. Vienen en camino, en cambio, agentes del FBI a apoyar en las investigaciones sobre el artero crimen en contra de sus conciudadanos. Y yo, como muchos mexicanos, esperaré expectante a ver si esa autoridad sí lo es, en aquellas tierras inhóspitas.

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