De la catástrofe a la esperanza: los Celtics, a lo más alto sin Kyrie

Esta es mi teoría: si das el 100% siempre, de alguna manera las cosas acabarán saliendo bien». La frase, de Larry Bird, define perfectamente ese sentimiento intrínseco al equipo de baloncesto de Boston durante su historia. El orgullo celtic, como lo llaman algunos. Esa forma de pensar, que se ha convertido casi en el máximo filosófico por el que se guía la franquicia, ha provocado una conexión especial entre jugadores y afición y ha conseguido sacar al equipo de situaciones ignominiosas para volver a ser competitivo una y otra vez. Las ausencias de los Celtics han sido prácticamente inexistentes.
Su única crisis importante va de 1992 a 2008, desde la retirada de Larry Bird hasta el anillo de Garnett, Pierce y compañía. No porque faltaran siempre a los playoffs (que faltaron) sino porque perdieron temporalmente su esencia. Se han bajado más veces de la fase final, pero nunca han sido una constante. Esos años constituyen la única mancha de un currículum que tiene más anillos que ningún otro (17) y que va ligado a la NBA, que no podría explicar su historia sin mencionar a la entidad de Massachusetts.
Ahora, los Celtics han vuelto, pero en realidad nunca se habían ido. Aunque algunos lo pensáramos. Tras una temporada para el olvido en la que los expertos deportivos, los aficionados y las apuestas les señalaban favoritos y que acabó en catástrofe y reformulación del proyecto, la histórica franquicia ha logrado, una vez más, rendir por encima de su nivel. Son líderes de la Conferencia Este, el equipo con mejor récord de la NBA, están imbatidos en casa y son los únicos que no han perdido más de un partido en lo que llevamos de campaña. Un inicio que no deja de ser eso, un inicio, pero que demuestra que todos los que les dábamos por muertos estábamos equivocados. No es la primera vez.