Con Vindictas, UNAM recupera a autoras invisibilizadas

Sus nombres, en especial, sus obras, habían quedado en el olvido, más allá de que durante la aparición de su trabajo se hubiesen ganado el reconocimiento de la crítica y de los lectores.

En algunos casos, sus nombres suenan hasta nuestros días, en otros habría que hacer un ejercicio de memoria, mas queda clara la necesidad de mostrarlas a los lectores contemporáneos.

Tal es uno de los propósitos de la colección Vindictas, impulsada por la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM, siendo el primer paso de ese esfuerzo una serie editorial que se guía por el lema “El canon literario las volvió invisibles”.

“Tiene la trascendencia de mostrarnos una segunda mirada sobre la historia de la literatura hispanoamericana.

Cuando decimos que son obras que han estado fuera del canon, lo que estamos diciendo es que la mirada que las dejó fuera es la misma que dejó fuera a las mujeres de distintas disciplinas artísticas y áreas del conocimiento”, explica Socorro Venegas, directora de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, encargada de publicar los primeros cinco libros de la iniciativa. Minotauromaquia (Crónica de un desencuentro), de Tita Valencia; El lugar donde crece la hierba, de Luisa Josefina Hernández ambas galardonadas con el Premio Xavier Villaurrutia ; En estado de memoria, de Tununa Mercado; La cripta del espejo, de Marcela del Río, y De ausencia, de María Luisa La China Mendoza.

Cada uno de los libros cuenta con textos introductorios de Jazmina Barrera, Claudina Domingo, Lola Horner, Ave Barrera y Nora de la Cruz, el mismo grupo de creadoras que se encargó de realizar la selección de novelas, donde terminó por ser muy interesante el “ver cómo de distintas maneras hay una crítica por la mirada masculina sobre la vida, sobre el cuerpo de una mujer”.

“Me pareció muy buena idea convocar a autoras jóvenes, que pudieran establecer un diálogo con grandes escritoras; que revisáramos juntas una tradición, una tradición invisibilizada. Una cosa que me da gusto es que cuatro de las autoras están vivas, pueden ver sus libros exhumados, como escribió María Fernanda Ampuero acerca de la colección”. Así, por ejemplo, en el caso de la novela de Tita Valencia, Minotauromaquia, se habla del funcionamiento del medio literario donde los hombres han tenido o tuvieron mucha facilidad para seducir a las alumnas, “ofreciéndoles publicar o ayudarlas en su escritura: manifestaciones de poder que, aún cuando se trata de novelas publicadas hace muchos años, nos muestran realidades sumamente vigentes”.

Desde esa perspectiva, se trata de historias por los que pueden navegar los lectores contemporáneos, pero al mismo tiempo darse cuenta de cómo ha evolucionado, o no, la situación de las mujeres en México, de ahí la invitación a Ave Barrera para que se encargue de la colección editorial, la cual apostará a voltear a la literatura española o del resto de América Latina.

“Lo que queremos es que se revalore en la literatura hispanoamericana a estas voces, a estas escritoras, que en su momento se fueron quedando al margen; incluso, aun cuando ya hay muchas sugerencias, el problema es cómo trabajar con los derechos de autor, cuando nunca dejaron un testamento o no incluyeron qué se debía hacer con sus obras, y eso es muy significativo de una noción de que no había un valor en su trabajo literario”, en palabras de Socorro Venegas.