El sexo más allá de la menopausia

Todas las etapas de la vida son difíciles, representan desafíos, y poseen sus partes buenas y no tan buenas. Una etapa muy importante en la vida de la mujer es la menopausia. La pérdida de la posibilidad de tener hijos tiene una serie de implicaciones tanto biológicas como psicológicas.
Entre los 45 y los 55 años, las mujeres entran en la menopausia. Durante esta etapa cesa definitivamente la actividad ovárica (no hay producción de estrógenos), desaparece la menstruación y, por tanto, culmina la capacidad de reproducción. Pero también hay otros cambios, no menos importantes, generados por la disminución de la producción de hormonas que, si bien pueden variar según cada persona, afectan en esta época de la vida de la mujer. Estos cambios pueden provocar insomnio, sofocos, cambios repentinos de ánimo, problemas ginecológicos y, con el tiempo, aumento del riesgo a sufrir osteoporosis y enfermedades del corazón. Existe un mito que asegura que, al llegar la menopausia, el sexo se termina. Nada más lejos de la realidad. Aunque no existen estudios científicos que concluyan que la menopausia disminuye el deseo sexual, es cierto que los problemas propios de esta etapa pueden representar un inconveniente. Según el estudio “Climaterio y Sexualidad”, el 60% de mujeres que antes de la menopausia no presentaban alteración de su función sexual, posteriormente sí la presentan.
Ante cualquier problema sexual, lo recomendable es realizar una consulta médica y no resignarse a que sea algo normal, propio de la edad. Hay que romper el tabú y hablar del tema.
Lo cierto es que, al contrario de lo que muchas personas piensan, este es un momento ideal para disfrutar del sexo: no hay riesgo de embarazo, la mayoría de las mujeres conoce bien su cuerpo, muchas mujeres ya saben lo que quieren de la vida y se suele tener estabilidad.
Los problemas sexuales más frecuentes
La mejor manera de disfrutar del sexo a partir de los 50 es conocer bien los problemas que se pueden presentar con el fin de enfrentarse a ellos. Las dificultades más frecuentes a esta edad son:
Disminución del deseo sexual o deseo sexual hipoactivo (TDSH). Es la falta de deseo de cualquier forma de actividad sexual, y la angustia personal que esto conlleva.
Dolor asociado a la actividad sexual. La dispareunia, el más frecuente, es un trastorno que provoca dolor durante las relaciones sexuales. También existe el vaginismo, que se presenta cuando existe una contracción involuntaria de grupos musculares perineales que impiden la penetración.
Síntomas propios de la menopausia. Al disminuir la producción de estrógenos, se generan síntomas que pueden dificultar las relaciones sexuales como sequedad en la zona genital, poca lubricación vaginal, ardor o dolor al orinar.
Incapacidad de alcanzar el orgasmo.
Factores psicológicos. Los cambios hormonales también pueden ocasionar problemas psicológicos como depresión y estos pueden a su vez disminuir el deseo sexual.
Otros factores como el estrés o la falta de una pareja estable también pueden dificultar disfrutar del sexo a partir de los 50.
¿Cómo encuentro la solución?
La sexualidad es un aspecto importante para el ser humano, y los cambios propios de la edad no tienen que ser un impedimento. En primer lugar, hay que tratar de tener hábitos de vida saludable (no importa ni la edad ni las dolencias), y en el caso de que exista algún problema sexual después de la menopausia, consultar al médico y no vivirlo con angustia.

Los principales tratamientos utilizados para solucionar posibles problemas de salud sexual son:

Terapia psicosexual. Se recomienda cuando existen antecedentes de traumas sexuales o malas experiencias sexuales previas, temor a la intimidad, mala imagen corporal, baja autoestima, etc. Aquí el terapeuta intentará reforzar la autoestima de la paciente y, si hay problemas con su pareja, tratará de que logre una mejor comunicación. Se puede realizar una terapia individual o en pareja.
Estrógenos. Es la opción más eficaz, especialmente en la reducción de la atrofia y de la sequedad vaginal, mejorando notablemente la dispareunia. En el caso de sequedad vaginal hay tratamientos locales en forma de óvulos o cremas que se aplican directamente en la zona genital.
Otros tratamientos. Aplicación de ácido hialurónico y láser para la atrofia vulvovaginal y sus síntomas asociados, como sequedad vaginal, dolor e irritación.