La batalla por la gran presa del Nilo amenaza desatar una crisis regional

Es uno de los proyectos más ambiciosos que se desarrollan en África, pero su camino está sembrado de peligros. Etiopía comenzó a construir en 2011 la Gran Presa del Renacimiento Etíope, la mayor del continente, en el curso del Nilo Azul, uno de los brazos de agua que forman el río Nilo. Sin embargo, Egipto considera que esta iniciativa, tal como la prevé Adis Abeba, le puede provocar devastadores perjuicios económicos, por lo que se opone de plano. Representantes de ambos países y de Sudán reactivan estos días las negociaciones para intentar llegar a un acuerdo.
La iniciativa es faraónica. El coste se eleva a unos 4.000 millones de euros que aportan la propia Etiopía, con gran esfuerzo, y China, que sufraga el 30% a través de sus entidades bancarias. Cuando esté terminada, la presa podrá almacenar unos 70.000 millones de metros cúbicos. La idea es generar algo más de 6.000 megawatios de electricidad gracias a una planta hidroeléctrica, lo que contribuiría de manera decisiva a cubrir el gasto energético de un país de más de 100 millones de habitantes y en pleno crecimiento demográfico. Para Adis Abeba se ha convertido en una cuestión de orgullo nacional y hasta los funcionarios han aceptado una reducción de su salario para financiarla.
La batalla por la gran presa del Nilo amenaza con desatar una crisis regional
Egipto lo ve de una manera muy diferente. El presidente Al Sisi ha llegado a asegurar que es “una cuestión de vida o muerte” para su país. Según sus cálculos, la reducción de tan solo un 2% del agua del Nilo provocaría una catástrofe en su economía, que depende en buena medida de la agricultura en torno al río, y la pérdida de su medio de vida para unas 200.000 familias. El Nilo Azul aporta el 60% del agua que llega a Egipto. Pese a la oposición egipcia, la obra, adjudicada a una empresa italiana, Salini Costruttori, ha seguido adelante y se espera que comience a funcionar en 2020. Sudán, el tercer país implicado, la ve con buenos ojos porque podría beneficiarse de la energía producida.
A mediados de septiembre, representantes de los tres Estados se sentaron a negociar tras más de un año de bloqueo debido a la inestabilidad política sudanesa. Este parón ha generado una enorme inquietud en El Cairo, que ve cómo el proyecto avanza sin que se haya alcanzado un acuerdo.
Etiopía y Egipto han puesto sendas propuestas sobre la mesa, pero cada uno ha rechazado la del otro. La principal diferencia estriba en el flujo anual de agua que Etiopía debería permitir que siga río abajo para abastecer a Egipto. La reunión acabó como empezó.
Este fin de semana hay una nueva oportunidad para rebajar la tensión con el encuentro entre los ministros de Aguas de los tres países.