Margaret Atwood crece su clásico de protesta

Margaret Atwood no estaba segura de que iba a poder escribir una secuela para El cuento de la criada, aunque sus lectores llevaban décadas pidiéndolo.

Lo que rogaban era un seguimiento a la voz de Offred que no hubiera podi­do hacer”, dijo en una entre­vista en su casa en Canadá.

“Puedes escalar el Empire State a puño limpio una vez. Si lo intentas de nuevo, te caes.

De por sí fue algo im­probable la primera vez. Ya tenía la voz y esa voz ya ha­bló. No hay más que agregar desde esa perspectiva”.

Sin embargo, hace años, Atwood empezó a planear cómo dar seguimiento a su clásico de literatura distópi­ca, publicado en 1985, sobre las mujeres en Gilead, la au­tocracia religiosa establecida en lo que solía ser Estados Unidos y donde las mujeres son sujetas a violaciones ri­tualistas para forzarlas a dar a luz bebés que quedan en manos de los líderes y ciuda­danos de clase alta del lugar.
Desde su publicación, El cuento de la criada se ha vuelto un fenómeno de cul­tura pop, una manera de ha­cer protestas políticas y hasta una serie de TV premiada con la actriz Elisabeth Moss como Offred, la narradora.

Se han vendido más de ocho millones de copias en todo el mundo de la edición en inglés.

Hay mujeres que han acudido vestidas como las criadas a protestar frente a congresos de muchos paí­ses por sus derechos repro­ductivos y a decidir sobre su cuerpo.

Las expectativas para la secuela de Atwood, que ya fue nombrada finalista para el premio Man Booker, son estratosféricas.

Los testamentos está am­bientada 15 años después del final de El cuento de la cria­da, en el que Offred es su­bida a una camioneta negra con destino desconocido.

Ahora hay nuevas narra­doras —una joven que fue criada en Gilead y una ado­lescente canadiense que se escapó del régimen cuando era bebé— y una tercera que ya es conocida para los faná­ticos de la novela: la tía Lydia, arquitecta aterrorizante del sistema impuesto en Gilead para entrenar a las mujeres a que sean sirvientas de repro­ducción.

Conforme se entre­lazan las historias de las tres narradoras, Atwood revela nuevas facetas de la historia de Gilead y su estructura de poder, al igual que su even­tual derrumbe.

De hecho, ya se está trabajando también en una adaptación televisiva de Los testamentos.
Atwood estaba de muy buen humor al reflexionar sobre su obra, la mortalidad y los presagios tan atinados de El cuento de la criada.

Cuando anunció que ha­bría secuela, dijo que quería contestar las preguntas que muchos lectores le han he­cho sobre Gilead por años.

¿Qué tipo de preguntas son?, se le cuestionó a Atwood.
Todas empiezan con ‘y si…’. Uno de esos era: los sis­temas totalitarios no duran para siempre, al menos eso creo con fervor. Algunos du­ran más que otros. Cuando se desmoronan, ¿qué causa ese colapso? Hay escenarios di­ferentes. Que se derrumben desde dentro, con la corrup­ción y las purgas por peleas internas de las élites; por ata­ques desde el exterior, o por temas de sucesión de gene­raciones.

La primera genera­ción empieza todo ferviente, la segunda se encarga de administrar lo existente y la ter­cera empieza a pensar qué está haciendo”, respondió.

¿Quería escribir la secuela para hablar de los paralelos entre la gestión de Donald Trump en EU? “No, no. Son cosas que siempre empiezan a salir a la superficie en cual­quier país.

Los supremacistas blancos ya están ahí y salen a la luz cuando las condicio­nes los favorecen, como ac­tualmente sucede en EU.