No tengo un orgasmo: ¿qué puedo hacer?

La mayoría de las personas asocian el orgasmo a una sensación física asociada a la penetración y muchos se frustran cuando no logran llegar a él tras el acto sexual. La realidad es que el orgasmo “tiene un origen físico o fisiológico con una respuesta física pero que, tanto en su origen como en el desenlace, el componente mental o psicológico es fundamental”, indica a CuitatePlus Carlos Balmori, urólogo y especialista en Medicina Sexual y Reproductiva en el Instituto de Urología LYX en Madrid. El hecho de que una persona (hombre o mujer) no llegue al orgasmo puede deberse a múltiples situaciones y detectarlas a tiempo es clave para su tratamiento y la resolución de la anorgasmia.
Como destaca Sílvia Pastells, psicóloga y sexóloga del Instituto de Sexología de Barcelona, existen algunas características que suelen habituales en las personas que no llegan al orgasmo:
Tener poca o nula práctica masturbatoria
Dificultad para dejarse llevar y soltarse, sobre todo ante la pareja.
Exceso de atención dirigida al placer de la pareja y menos al propio y falta de asertividad sexual
Información inadecuada, actitudes negativas o exigencias…
En cuanto a las causas físicas de la anorgasmia, que también existen, Balmori incluye “cualquier tipo de enfermedad neurológica, en especial las lesiones medulares, las enfermedades crónicas o tumorales, endocrinas, como la diabetes o el hipotiroidismo, el abuso de alcohol o el consumo de determinados medicamentos y drogas”.
Es importante saber que la única repercusión negativa de no poder llegar al orgasmo es “sólo la falta de su disfrute” y nada más, tal y como indica Raúl Padilla, terapeuta sexual y de pareja.
Hombres y mujeres
Las diferencias entre hombres y mujeres se centran, fundamentalmente, en las zonas erógenas. “Si nos centramos en el centro activador de la respuesta orgásmica no existen diferencias”, señala Balmori. En ambos, hombres y mujeres, “se activa la zona cerebral llamada sistema límbico, aunque la manera en la que se activa y su respuesta sí puede variar en función del género».

Así, explica: «Tomando el orgasmo como un reflejo, igual que cuando nos damos golpecitos en las rodillas y la pierna se mueve sola, la respuesta orgásmica se produce por una serie de estímulos que pueden ser de zonas genitales o no genitales».

Pueden ser por estímulos «visuales, auditivos, olorosos o mentales”, destaca el experto. En este punto, “es importante tener en cuenta que los estímulos en la mujer suelen ser más diversos que en el hombre, en los que la zona genital es su mayor centro estimulador, seguido por la vista”.

Ponerlo en práctica
Sabiendo la teoría ya sólo queda la práctica. Ya sabemos que tanto en el hombre como en la mujer la respuesta orgásmica va a depender de ese reflejo límbico, por tanto, “la manera en la que lleguemos a excitar esa zona cerebral será lo importante”, destaca Balmori.

La estimulación de las zonas erógenas “producirá con más facilidad la liberación de esos neuromediadores que necesitan liberarse para estimular el sistema límbico”.

Por este motivo, según el experto, es fundamental que cada uno descubra estas zonas y explore la mejor manera de activarlas. “Debemos tener en cuenta que no necesariamente son zonas genitales y que pueden ser otras zonas del cuerpo como las orejas, los pies, etc.”, destaca.

También es clave la activación de pensamientos, imágenes, olores o sonidos “que pueden ser por sí mismos los activadores del orgasmo o servir de complemento o amplificador de los estímulos de las zonas erógenas”.

Sobre las posturas que pueden favorecer el orgasmo, en el caso de la mujer, habría que analizar si los orgasmos son vaginales o del clítoris. “Aunque el centro más sencillo y habitual del origen del estímulo orgásmico en la mujer es el clítoris, otras zonas como la cara superior de la vagina por detrás de la uretra (zona del teórico punto G), los pezones o la zona perianal también pueden activar el orgasmo”, informa Balmori.

En base a esto, “es difícil generalizar una postura universal, así que lo que hay que hacer es buscar en cada pareja o individuo aquella actividad o estímulo que le genere más placer”. En este sentido, también es importante tener en cuenta que cuando hablamos de orgasmos en pareja hay que olvidarse de la sincronía de los mismos.

“Muchas veces no existe una anorgasmia, sino que la preocupación por no llegar a tener un orgasmo a la vez que la pareja, acaba por constreñir la libertad que se debe tener para dar rienda suelta a nuestro propio disfrute”, advierte.

Otro consejo es no obsesionarse. “Si buscamos directamente el orgasmo rara vez lo conseguiremos”, apunta Padilla.

Tratamiento y posibles soluciones
Sobre si existen ejercicios concretos que ayuden a lograr más fácilmente el orgasmo, Balmori señala que “no existen movimientos genéricos”. Cada situación y problema debe individualizarse.

El tratamiento debe centrarse en trabajar por una parte el ámbito psicológico, “para potenciar la erotofilia, aprendiendo a tener actitudes positivas ante la propia sexualidad, individual o compartida”, apunta Pastells, y, por otra, “reconocer esos puntos erógenos, en especial los genitales, por ser los más sencillos de estimular”.

Explorar el clítoris en la mujer o el glande en el hombre es “básico para aprender cómo autoestimularse tanto de forma manual como con los denominados juguetes sexuales”.

Para la parte psicológica, la sexóloga recomienda el uso de lecturas de índole pedagógica y eróticas. Los ejercicios de fortalecimiento de suelo pélvico, conocidos como ejercicios de Kegel, también pueden ser útiles ya que “a ellos se le atribuyen propiedades de mejora de los orgasmos”, según Balmori.