El reto de escribir para los niños

Psicóloga de profesión, pero desde hace varios años una consumada contadora de historias, Jennifer Boni pasó de ser una cuentista viajera aficionada, a una escritora profesional con varios libros en su haber, entre ellos “Las sirenas no tienen pelo lacio”, una historia entrañable que aborda temas como los cambios, la amistad y el poder de la imaginación, con la cual demuestra que a los niños se les puede hablar de todo, siempre que no se les deje con una visión oscura del mundo.

En México se vive un momento de muchísima producción literaria infantil, como ya la había en Estados Unidos en los años 80, cuando ella empieza a leer; de entonces a la fecha hay mucha gente que se ha desarrollado en esta vertiente, tanto escritores como ilustradores, porque cada vez hay más el aprecio por esa literatura y la necesidad de hacer historias para niños.

En su caso, ella no es egresada de alguna carrera de letras, estudió psicología, pero desde muy pequeña se aficionó a la lectura y, especialmente, a contar historias de todo tipo, lo que la llevó hace unos años a descubrir la narración oral, una actividad que desarrolló incluso más allá de nuestras fronteras, cuando mochila en mano se dedicó a recorrer países de Latinoamérica en busca de aventura, movida por el arte de contar cuentos.

En entrevista con Litoral, Boni recuerda que empezó a escribir desde los siete años, con el anhelo de emocionar a otros niños tanto como se emocionaba ella, con el tiempo descubrió que eso que ella hacía como hobbie, era algo de lo que incluso se podía vivir; comenzó entonces a participar en algunos talleres de narración oral y de esa inquietud nació su viaje continental que culminó con la escritura de su primer libro y su posterior publicación, aunque eso no la hizo abandonar la psicología.

Y es que realmente no ve a esta disciplina y a la literatura como actividades muy opuestas, dice, porque cuando escribes una historia te estás metiendo en la piel de otro personaje y experimentando la vida desde ese otro personaje, y en la psicología tienes que meterte igual en la piel de alguien más para ser empático y entender. Al final, escribe historias inspiradas en su vida y su entorno.

Por ejemplo, en “Las sirenas no tienen el pelo lacio” (Ed. Castillo) recoge un poco las sensaciones de una época en la que, tras venir a México procedente de Estados Unidos, donde nació, se sentía fuera de lugar, porque igual que a su personaje le costó mucho trabajo adaptarse a un nuevo país y cultura. Lo que hizo no fue contar su vida, sino recurrir a una forma artística para expresar esa experiencia, transformándola en un producto literario.

Contar y escribir

Las experiencias adquiridas en la narración oral de diversas historias y sobre todo el viaje de un año, en el que tuvo oportunidad de conocer a muchos cuentacuentos y participar en encuentros de la especialidad, le permitieron a Boni dar el siguiente paso, porque sabe que contar y escribir una historia son procesos con particularidades muy específicas.