‘Violencia alimenta ventas de autores’: Geney Beltrán Félix

Quizá muchos escritores utilizan la violencia como un argumento de ventas”, afirma Geney Beltrán Félix (Tamazula, Durango, 1976), quien lanza al mercado editorial su más reciente novela, bajo el título Adiós, Tomasa, en donde cuenta una historia sobre el narcotráfico, pero desde los ojos de la infancia.

La novela, publicada por la editorial Alfaguara, se ubica en Chapotán, un pueblo duranguense del Triángulo Dorado, en la Sierra Madre Occidental, donde Flavio –un niño de nueve años– muestra cómo se modifica su realidad, en el seno de una comunidad afectada por el narcotráfico.

En esta novela lo que cuestiono es que en el mundo de las letras pensamos que este tipo de relatos pueden ser una forma de justicia, pero las víctimas quizá no opinen exactamente lo mismo”, explica el autor.

Así que al escribir Adiós, Tomasa me cuestioné si acaso no estamos utilizando la violencia como un argumento de ventas y si no estamos alimentándonos de una sociedad podrida, porque eso al escritor le sirve para venderse como un activista, como un escritor comprometido, como alguien que tiene sensibilidad para escuchar a los que carecen voz”, advirte.

Así que para el también autor de Habla de lo que sabes y Cartas ajenas, ese planteamiento era más que  necesario.

Digamos que, en términos morales, me parece una pregunta válida. Porque si siempre decimos que la ficción que denuncia la violencia sirve para generar una conciencia y cambiar la visión de los lectores… podemos ver que la historia de Tomasa sigue pasando, es decir, siguen los feminicidios y la trata de mujeres”.

Quizá (los escritores) hemos sido muy soberbios al pensar que desde la ficción podemos trastocar la realidad”, apunta el también traductor y ensayista.

ORIGEN ÍNTIMO

Para Beltrán, las narraciones casi siempre abordan el tema del narcotráfico desde una visión un tanto urbana, ya que sólo se abunda en el trasiego de la droga y su relación con los cuerpos policiacos, pero muy pocas veces se indaga en esos sitios donde se realiza su siembra.

La novela no es mi historia, pero sí tiene un toque autobiográfico”, reconoce Beltrán, “quizá por eso me tardé tanto en escribirla, porque era necesaria la distancia y porque quería recuperar el entorno y el habla rural”, apunta.

Digamos que ese mundo no es muy registrado en la literatura. Son pueblos pobres para los cuales sembrar droga es la única vía de subsistencia; es un negocio normalizado, así que no hay  reprobación moral y, al traducirse en dinero, le da una posición de primacía a los narcos”, expone.

La novela tiene mucha imaginación, advierte Beltrán, pero el personaje que sí existió fue Tomasa, una jovencita de 15 años que fue raptada; esa noticia cimbró a toda la familia. Así que cuando quise dedicarme a la literatura, por culpa de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, tardé 20 años en terminarla”.

Es claro que esta historia me exigía distancia y madurez personal y literaria, porque quería sublimar el habla y trasladarla a la página, sin que perdiera naturalidad o fuera críptica”, apunta.

En su opinión, pese al auge de la novela sobre el narcotráfico y la narconovela, ha faltado un acercamiento más íntimo a ese universo  familiar y doméstico.

Por eso, el personaje más cercano a Tomasa es un niño de nueve años que ve todo como algo nuevo, lo cual siempre le asombra y lo lleva a hacerse preguntas”, explica.

Por eso en esta narración todo parte desde la mirada de un niño, en un intento por observar la violencia desde la inocencia.

Hay una corriente de novelas más antigua a la que pertenece Rómulo Gallegos, en donde aparecía un personaje fuereño, con una mirada externa, que iba a la barbarie y la documentaba. Aquí, Flavio es esa mirada interna pero que todavía no aprende los códigos de la violencia y enfrenta el miedo en silencio y se siente agredido”, dice.

En suma, señala, esa mirada infantil es una forma de reflejar lo que el testigo escucha y, aunque casi no lo comprende, no tiene manera de actuar o incidir en esa realidad que el lector puede comprender mucho mejor.