Cómo poner normas y límites a los niños de 2 años

  • En lugar de hablar de lo ‘desordenada’ que tiene la habitación, habla de ‘lo bonita que estaría ordenada’. Recuerda, siempre en positivo

Los dos años… ¡los terribles dos años! Todos hemos pasado por eso, aunque no nos acordemos. Es esa edad en la que el bebé deja de ser bebé, pero no quiere ni sabe hacerlo.
La importancia de poner normas y límites a los niños de 2 años, ya que les ofrece seguridad. Pero… ¿cómo hacerlo?

1. Ofrécele tareas en donde se sienta ‘mayor’. Por ejemplo, no le des de comer… deja que lo haga él. Y poco a poco, deja también que se vista solo.
A medida que gane en autonomía, se sentirá más seguro de sí mismo.
2. Marca las tareas que aún no puede hacer. A la vez que le dejas hacer tareas que para él supongan un logro, explícale cuáles no puede hacer todavía: planchar, ir a comprar solo… Así tendrá claro que hay cosas que puede hacer y otras no. Sin embargo, puedes añadir que muy pronto lo podrá hacer.
3. Nunca le grites o te enfrentes a él ante una rabieta. Lo mejor cuando el niño está en pleno sofoco por un capricho, es mejor hablar con él cuando se calme. Es inútil intentar frenar un tornado con una linda palabra o con un grito. Ofrécele cuando se calme tu cariño y comprensión pero no accedas a sus peticiones. Entenderá que en la vida no se puede conseguir todo por un ataque de rabia.
4. Usa normas claras y directas, sin rodeos. Frente a los padres que prefieren ‘invitar’ a los niños a hacer las cosas… a los dos años, las normas deben ser claras y firmes: ‘recoge tu cuarto’; ‘Es la hora del baño’. Y no: ‘¿qué tal si recoges el cuarto?; ¿Te gustaría bañarte ahora?… ¡No! Usa los imperativos, pero de forma cariñosa, sin gritos ni tono amenazante, pero sí firme. Eso sí, puedes ir anticipando lo que va a tener que hacer, para que el cambio no le pille de improviso. Por ejemplo: ‘te queda un ratito de juego y en seguida recoges’.

5. Usa el No. Hazlo por él. El No, claro y sin explicaciones adicionales. Esto no se hace, esto sí.
6. Ayúdale a reconocer sus emociones. Para un niño pequeño no es fácil reconocer que siente ira, tristeza o miedo. Educa su inteligencia emocional y explícale por qué se siente de esa manera.
7. No uses las mismas armas que usa él. Tú eres el adulto. No le grites ni amenaces, porque entonces no entenderá por qué tú puedes hacerlo y él no y no harás más que crear confusión.
8. No le hagas sentir culpable. Sí, tiene una rabieta… ¿es tan malo? Aún está aprendiendo a manejar su ira y su frustración. Él no es culpable, ni nadie. Es un proceso madurativo.