Longeva estrella, Formiga tiene siete copas del Mundo

A mediados de 2016, ya terminados los Olímpicos de Río, la mediocampista brasileña Formiga estaba lista para jubilarse. Era una decisión lógica, pues ya tenía 38 años (en el futbol eso es ser casi de tercera edad) y había jugado, entre otras copas, en seis Mundiales y seis Olimpiadas.

Quería dejarles espacio a las nuevas jugadoras”, dijo Miraildes Maciel Mota (Formiga), durante una entrevista en marzo en las áreas de entrenamiento del Paris Saint-Germain, el club al que se unió en 2018 y del cual es capitana.

Vadão, seleccionador de las brasileñas, le pidió que lo reconsiderara y Formiga se puso a meditarlo. Pensó que seguía jugando como en su mejor momento, aun después de veinticinco años en el deporte. Pensó en los avances constantemente frustrados para el futbol femenil y en el estado tan precario de los derechos de las mujeres en su hogar, Brasil.

Entonces decidió regresar para su séptima Copa Mundial de Futbol, posiblemente su última. Este 9 de junio, a sus 41 años, Formiga se convirtió en la futbolista de mayor edad en competir en el torneo femenino, como parte de la alineación del Brasil-Jamaica. También se convirtió en la segunda persona de mayor edad —entre hombres y mujeres— en disputar un partido mundialista fuera de la posición en portería. (Roger Milla, delantero camerunés, jugó a los 42 años en 1994, y varios porteros varones han seguido sus carreras a los cuarenta y tantos).

Formiga dijo que su decisión de regresar fue motivada en gran medida por su deseo de usar la posición con el fin de abogar por el futbol femenino en Brasil: hacer campañas para que haya fondos, recursos, atención y respeto.

Estaba frustrada”, dijo. “Había peleado tanto por el reconocimiento del futbol femenil y quería que las condiciones ya fueran mejores para las futbolistas, pero eso no había sucedido”.

Además, no quería pensar en que mi selección tuviera esos partidos sin mí”.

Formiga es como una encarnación de video de YouTube de la historia del balompié de mujeres en Brasil. Ha jugado cada uno de los mundiales femeniles, excepto el primero, de 1991: la mayor cantidad para cualquier persona en el futbol.

Su longevidad es muestra de su impulso impresionante y una habilidad descomunal, pero también exhibe los problemas que enfrentan las mujeres en su desarrollo en un país que, en el plazo de ocho Copas del Mundo, no ha producido una futbolista suficientemente capaz para reemplazarla. Eso dice mucho sobre las opciones parcas que tienen las mujeres cuando dejan la cancha sin tener las cuentas multimillonarias, los grandes trabajos de entrenadores o los contratos para ser comentaristas que están más que disponibles para los jugadores varoniles en cuanto se jubilan.

La misma Formiga dijo después del partido contra Jamaica —que Brasil ganó 3-0— que las futbolistas en Brasil no reciben ni remotamente el mismo respaldo que los varones, cuyo futbol inspira una devoción casi religiosa. El poco respaldo no permite que el desarrollo de las jugadoras avance mucho, señaló.

Dificulta renovar el equipo”, dijo después del partido en el que Cristiane, otra veterana de la selección, se volvió la jugadora de mayor edad en anotar un triplete en Mundiales.

Es un hecho que necesitan atender, porque yo me voy a ir y Cristiane, igual; Marta también, algún día”, agregó Formiga. “Necesitamos acelerar el proceso para tener nuevas chicas, pero no hay espacios para ellas. En Alemania o Estados Unidos pueden refrescar sus equipos porque tienen ligas fuertes, entonces quien sea entrenador no batalla con encontrar a otra Marta o Cristiane. En Brasil sí se les dificulta”.

El día de marzo para el que acordó reunirse con The New York Times, su práctica matutina en el Paris Saint-Germain justo había terminado y las jugadoras se movían en una ola formidable por los pasillos del centro deportivo donde son sus entrenamientos. Ahí estaba Formiga, casi perdida entre el grupo: con su 1 metro 62, es menos alta que muchas de sus compañeras, tiene un talante compacto con elegancia y economía de movimiento.